El Departamento de Sanidad y Consumo de Lakua autorizó a partir de ayer, de «forma condicionada», el uso para consumo público del agua del embalse de Oiola, cerrado desde que en julio de 2008 se detectaran niveles «ligeramente por encima de los valores legislados de isómeros de HCH, mayoritariamente el tipo alfa (lindane), en una muestra recogida a la salida del depósito incorporado en la ETAP de Basatxu, en Barakaldo».

En su día, las instituciones optaron por la construcción de una celda para el almacenamiento y aislamiento del residuo cancerígeno conocido como lindane en el monte Argalario. Con esta alternativa dieron por concluido un serio problema de la salud pública. Sin embargo, con el transcurso del tiempo se comprobó que el lindane continuaba contaminando diversas tierras del municipio, entre ellas la del pantano de Oiola.

En la actualidad, el agua procedente de la Estación de Tratamiento de Agua Potable (ETAP) de Basatxu, que recibe agua de Oiola, «cumple con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud y los estándares de calidad establecidos en las normativa europea y estatal», por lo que el Ejecutivo autonómico ha autorizado de nuevo su consumo.

Desde que se detectó, la Agencia Vasca del Agua (URA) e IHOBE han realizado un estudio «exhaustivo» de la cuenca para conocer el foco de la contaminación, que, según Lakua, pudo afectar al abastecimiento durante un periodo máximo de tres meses y no supuso un «riesgo significativo para la salud».

Con las conclusiones de este estudio, el Gobierno de Lakua, el Consorcio de Aguas Bilbao Bizkaia y el Ayuntamiento de Barakaldo han establecido un protocolo de actuación con controles dirigidos a detectar isómeros de HCH.

Amenaza permanente

Pero parece ser que no todo ha estado tan controlado como se quiere transmitir desde las instituciones. Según ha advertido reiteradamente Eguzki, el nivel de contaminación por lindane habrá ido descendiendo paulatinamente durante estos años, pero «al desconocer el origen del mismo», el nivel de inseguridad de cara al futuro «es muy alta», ya que por factores indeterminados (como lluvias torrenciales, corrimientos de tierra...) el nivel de contaminación puede elevarse de nuevo, por lo que es un riesgo que «siempre estará ahí».

No han sigo pocos los desencuentros entre instituciones y ecologistas. La plataforma Ezpitsua también manifestó que las instituciones ocultaban información acerca del daño que el lindane pudiera causar.