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«Si alguien no quiere que lo hipnoticen, nadie lo conseguirá»

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Antoine Bioy
Sicólogo clínico e hipnoterapeuta

Investigador en la Universidad de Borgoña y sicólogo clínico en la unidad de cuidados paliativos y dolor del Hospital Universitario Bicêtre, ha regresado unos días a su tierra natal -es originario de Lehuntze- con motivo del 7º Foro de Hipnosis y Terapias Breves que celebra en Biarritz.

Cyrielle BALERDI

Para tratar a sus pacientes, utiliza cuentos «anti-dolor» que va inventando, valiéndose para ello de personajes de la mitología vasca.

¿Qué es la hipnosis? ¿Cómo funciona?

La hipnosis se basa en dos cosas. Primero se crea un estado modificado de conciencia en el que se percibe la realidad de manera diferente. Es un estado natural denominado de disociación, es decir, se está presente pero nuestro espíritu está en otra parte. Cuando se ve una película o se está absorto mirando las olas, uno se puede aproximar a dicho estado. Usted está aquí y, al mismo tiempo, en otra parte, pierde la noción del tiempo. El segundo cimiento es el acompañamiento de la persona que se va a sumergir en ese estado con la forma de comunicación particular que ello conlleva. Por ejemplo, sabemos que un cerebro no oye lo negativo. Por tanto, nunca diremos «no esté estresado» ni pronunciaremos la palabra «dolor» para no provocar ansiedad en el paciente.

¿Y un estado hipnótico? ¿Con qué se puede comparar?

Es una forma de sueño despierto. El estado hipnótico provoca una sensación de relajación mental muy importante. El paciente está consciente, pero desarrolla una gran capacidad de absorción de la atención sobre una historia. La gente que alcanza ese estado es consciente de ello. A veces dicen que es como si estuviesen dormidos porque pierden toda noción del tiempo. Dos horas les pueden parecer 5 o 10 minutos. Están, asimismo, sometidos al principio denominado involuntarista, es decir, que tienen la impresión de que las cosas ocurren naturalmente sin que ellos intervengan. Si les pido que alcen la mano, las personas tendrán la sensación de que no han intervenido en ese proceso y que las cosas suceden a pesar de uno, automáticamente. Todos los pacientes dicen que es un estado raro pero muy placentero.

¿Qué pasa en el cerebro cuando se está hipnotizado?

Hasta 1999 no se describió lo que pasaba. Fue la primera vez que se demostró objetivamente la veracidad de su existencia. Para explicarlo en pocas palabras: la hipnosis permite activar simultáneamente la zona de relajación y la de la atención.

¿Puede el terapeuta influenciar incoscientemente al paciente o manipularlo?

Sí, se influye. Pero esto sucede en cualquier tratamiento, en cualquier relación entre médico y paciente, ya que este último le consulta porque se encuentra en situación de fragilidad. Sin embargo, hoy sabemos que el paciente no está bajo el yugo de su médico durante una hipnosis. Al contrario, mantiene su libre albedrío. Si alguien no quiere que lo hipnoticen, no lo conseguirán. Él controla la sesión.

¿Se acuerda una de todo después de una sesión de hipnosis?¿Puede haber accidentes?

Sí se recuerda, no hay amnesia. Si se pregunta al paciente, éste puede reconstruir enteramente la sesión. Todos vuelven por sí mismos a un estado normal de conciencia. Lo de que se pueda decir una palabra clave por teléfono y que ello desencadene una reacción concreta sólo pasa en las películas. Lo único que puede pasar es que se reaviven recuerdos desagradables o sensaciones fuertes. De ahí la importancia de estar controlado por un especialista de salud física o síquica que tenga capacidad de dominar esa situación.

Aparte de la terapia, ¿qué otros campos de aplicación tiene la hipnosis?

El más desarrollado actualmente es el del dolor, ya sea post-operatorio, clásico o terminal. También se utiliza mucho en el ámbito de la ansiedad y de las fobias, y puede servir para casos de adicciones, como el alcoholismo.

¿Hay personas resistentes a la hipnosis?

Desde un punto de vista terapéutico, no. Todo el mundo es accesible. Se trata de un estado banal en el que todos podemos encontrarnos cuando dejamos vagar nuestro espíritu. Pero todo el mundo no entra en hipnosis del mismo modo. Es relativamente sencillo para el 80%; para el 20% restante, es más complicado si temen perder el control o que se intente dominarlos. En estos casos hay que emplear técnicas menos directas para llegar a la hipnosis o recomendarles otras formas de terapia.

¿Cómo funciona la terapia con cuentos y relatos?

Veo muchos pacientes con enfermedades crónicas, y para ellos no resulta siempre fácil abordar las cosas frontalmente. Entonces utilizo un desvío con la forma de cuentos. En lugar de hablar de ellos directamente, se traslada la escena a un mundo imaginario y se les da la impresión de que se les cuenta una historia. Se consigue así que bajen la guardia y sean mucho más receptivos. En realidad, lo que se hace es trasladar su situación de sufrimiento actual a otra realidad. Para ello utilizo personajes que sitúo en un relato que invento en función de cada paciente. Un cuento dura alrededor de un cuarto de hora.

Usted se vale de cuentos vascos...

Así es. Las Laminak, Akerbeltz o Tartalo, con los niños. Los cuentos vascos son más bien anécdotas bastante cortas y están menos estructuradas que otras formas de cuentos. Puedo utilizarlos tal cual, pero lo más frecuente es que los adecue en función del paciente. Muchos de los personajes que elijo están ligados a un animal. Si utilizo un personaje humano en un mundo onírico, el paciente va a entender rápidamente que estoy hablando de él. Los híbridos como Gizotso, el hombre-lobo, me permiten soslayar ese problema. En mi cuento voy a confrontarlo a una dificultad que deberá superar.

¿Cuáles son los personajes que funcionan mejor?

Las Laminak tienen una gran ventaja porque pueden ser hombres o mujeres. Generalmente los describo como «criaturas que se encuentran de vez en cuando en los relatos y que, como característica, son palmípedos. Deben ayudar a los humanos pero también necesitan que, a su vez, los humanos les ayuden...». Con esta introducción creo una relación entre Laminak y humanos. A partir de ese momento, el paciente ya ha aceptado su existencia.

¿Cuál ha sido su último cuento?

Un señor en cuidados paliativos que tenía un cáncer y cuya preocupación era saber cómo serían los últimos instantes. Trasladé su historia valiéndome del personaje del toro rojo que protege la caverna: Un pastor lleva sus ovejas a los alrededores; cuando se duerme, una de las ovejas se aleja y se pierde en el laberinto de la gruta; el pastor se ve entonces confrontado al toro hasta que encuentra el medio de entrar en la cueva, sin saber lo que había al otro lado...

¿Por qué estos cuentos y metáforas nos transmiten algo?

Por el principio de analogía. No se entienden las palabras como son, sino por su representación. La metáfora es el lenguaje del sufrimiento. Mis pacientes me dicen «tengo la cabeza en un torno» o «me hierve la sangre». Una emoción o una experiencia demasiado fuerte se comunicará por una imagen para despertar una impresión. Bajo hipnosis, se puede dar cuerpo a esa metáfora dentro de una cierta realidad gracias al cuento o al relato. Bajo hipnosis, el paciente vive realmente las cosas. Todas las zonas del cerebro se activan como si efectuaran cada acción, salvo que no se envían órdenes del sistema motor a los músculos.

 

DE PELÍCULA

«Eso de que se diga una palabra clave por teléfono y que ello desencadene una reacción concreta en la persona bajo hipnosis sólo pasa en las películas»

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