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EUSKADI SARIAK

Lakua enfada al sector editorial al convocar Euskadi Sariak a sus espaldas

Una vez más, la convocatoria de los premios Euskadi Sariak, con los que el Gobierno de Lakua premia las mejores obras literarias del año, vuelve a crear polémica. En esta ocasión los soliviantados son los representantes de los editores, que se han sentido despreciados y que entienden que no se han tenido en consideración las demandas del sector.

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Iñaki SOTO | DONOSTIA

Los premios literarios Euskadi Sariak, otorgados por el Departamento de Cultura de Eusko Jaurlaritza, han estado desde sus inicios salpicados por diferentes polémicas y viciados por la manera que las instituciones tienen de entender la cultura vasca. Una visión ajena en varios aspectos al modo en el que ven su labor una gran parte de los promotores, los autores y los receptores de actividades culturales en Euskal Herria. Es decir, desde la industria editorial vasca hasta una parte importante de los lectores. En el caso concreto de la literatura, la incomunicación entre convocantes y convocados a estos premios es, por lo tanto, una constante.

Si en ocasiones anteriores los Euskadi Sariak sufrieron las críticas más severas de los propios escritores, bien por la naturaleza de los premios, bien por irregularidades en el proceso de evaluación de las obras o bien por la exclusión de algunas obras y autores referenciales (en la columna de opinión que acompaña a este artículo Edorta Jimenez expone algunas de esas críticas), en esta ocasión son los máximos representantes del sector editorial vasco los que habrían hecho notar al Departamento de Cultura de Lakua su malestar. Según ha podido saber GARA, los representantes de Euskal Editoreen Elkartea y del Gremio de Editores de Euskadi han comunicado a la consejera de Cultura, Blanca Urgell, su disgusto y desacuerdo por cómo se ha realizado la convocatoria de este año, que se hizo pública en el BOPV el pasado 13 de abril. El desencuentro, no obstante, viene de antes.

«Unilateralidad y desprecio»

La acusación que los representantes de los editores hacen a la Consejería de Cultura es que, por segundo año consecutivo, no se han tenido en cuenta sus aportaciones y, estando el Departamento y los representantes del sector inmersos en un proceso de conversaciones y de consultas sobre cómo reformar las bases de los premios, Cultura ha realizado la convocatoria de manera unilateral y sin previo aviso.

El año pasado, en la convocatoria de 2010, la excusa que un miembro de la Consejería puso para haberlo hecho así fue la «premura». Sin embargo, un año después, los hechos se han vuelto a repetir de manera mimética, ante lo que los editores están sorprendidos y decepcionados por el trato recibido.

GARA se puso en contacto con representantes de los editores que prefirieron no entrar a valorar la situación creada con la convocatoria de 2011, aunque no desmintieron la existencia de una misiva en tono duro remitida al Departamento de Cultura en relación a este tema. También aseguraron que se han retomado los contactos y que creen que existe voluntad por las partes para reconducir la situación.

Eso explicaría por qué no se han denunciado públicamente estos hechos, máxime cuando el año pasado los representantes de los editores vascos ya renunciaron a acudir a los medios de comunicación para denunciar lo sucedido.

Reflexión y propuestas

En todo caso, la crítica de los representantes del sector editorial va más allá de las formas al realizar la convocatoria y entra al fondo de la cuestión: los términos del certamen. Los datos que aportan los editores sobre el devenir de los premios obligan a la reflexión. Sin ir más lejos, en la convocatoria Euskadi Literatur Sariak de 2010 hubo una afluencia de obras «bajísima», con un descenso superior al 50% de media, que en el caso de la modalidad de literatura en euskara alcanza un 71%.

Frente a esos resultados, que no dudan en calificar como «pésimos», los editores han defendido públicamente la necesidad de reformar las bases en distintos puntos, que han sido precisamente el objeto de las conversaciones mencionadas.

Por un lado, debería eliminarse la obligación de que las obras sean presentadas a los premios. Es decir, todas las obras que cumplan los requisitos establecidos en la convocatoria deberían poder ser premiadas, sin necesidad de confeccionar un censo previo, tal y como se hace ahora. Eso no impediría que quien así lo desease pudiese presentar su obra a concurso. Por otro lado, las obras propuestas por los respectivos jurados deberían ser evaluables, siempre que cumplan con las bases de la convocatoria.

Como se puede comprobar se trata de propuestas sensatas que en principio no entrañan problemas; a no ser que lo que se busque sea tener un mayor control de los posibles premiados. Ésta es, precisamente, una de las sospechas que han perseguido a Euskadi Sariak, especialmente en el caso de algunos autores y ciertas editoriales que, incomprensiblemente -al menos desde un punto de vista literario-, nunca han aparecido entre los elegidos.

Bajo constante sospecha

Alguien podría plantear que esta lamentable situación viene provocada por el cambio de Gobierno en Lakua, es decir, por el desalojo de los jelkides de Ajuria Enea y la llegada de los socialistas, a quienes se supone una menor sensibilidad hacia el euskara y la producción cultural vasca. Lo cierto es que, mirando la cronología de los premios, es difícil sostener esa versión. Sencillamente, lo ocurrido ahora no hace más que continuar la desastrosa línea marcada por anteriores ejecutivos en relación a las letras vascas. El proceder del Gobierno de Patxi López en este terreno, sencillamente, mantiene el nivel de despropósitos asociados a este certamen durante la época del PNV. El «trato vejatorio» del que se quejan ahora los representantes del sector editorial viene de largo, al menos en lo que a la dimensión literaria y cultural de los premios se refiere.

En ese sentido, todas las personas del sector consultadas por GARA coinciden en señalar el desprestigio al que las sucesivas administraciones han condenado a estos premios, algo que es independiente de la calidad de algunas de las obras y de los autores premiados.

Decadencia

Los resultados de la convocatoria Euskadi Literatur Sariak de 2010 fueron «pésimos», con una bajísima afluencia de obras a valorar, un descenso superior al 50% que en el caso de la modalidad de literatura en euskara alcanza un 71%... razones por las que los editores han defendido públicamente la necesidad de reformar las bases del premio.

Reincidencia

El Departamento de Cultura ya convocó los premios de 2010 en pleno proceso negociador de las bases y sin tener en cuenta las aportaciones del sector. Sería la «unilateralidad y el desprecio a lo acordado», junto con la reincidencia, lo que habría soliviantado a los representantes de los editores.

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