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«He gastado mis energias en firmar libros y sacarme fotos con aficionados»

Viktor Korchnoi participó hace unas semanas en el Open de Donostia con flojos resultados. A sus 80 años, jugó al ajedrez como acostumbra, de forma agresiva y constante, sin moverse de la silla. Pero, en su opinión, gastó más energía en sacarse fotos y firmando libros que jugando.

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Mikel ZUBIA

El Open Internacional de Ajedrez de Donostia contaba en esta edición con una figura extraordinaria: el gran maestro Viktor Korchnoi (Leningrado, 1931) considerado como el mejor jugador de ajedrez que no ha ganado el título mundial. Korchnoi es el maestro de ajedrez en activo más veterano del circuito internacional, y se le recuerda por su participación en el Campeonato del Mundo de ajedrez contra Anatoli Karpov -celebrado en Baguio en 1978 y en Merano 1981-, y en varios torneos de candidatos junto a los mejores jugadores del momento.

Korchnoi saltó a las páginas de prensa de todo el mundo cuando los árbitros tuvieron que colocar una tabla de madera que le separara de Karpov en Merano, donde ambos contendientes llegaron a darse patadas bajo la mesa durante las partidas. El «caso del yoghourt», que servía para facilitar instrucciones ocultas a su adversario -según la delegación de Karpov-, también fue muy comentado en las columnas sensacionalistas de la prensa deportiva internacional.

Durante todo el segundo match por el máximo título, la emoción fue tan fuerte que impregnó todo el entorno que rodeaba este histórico duelo de titanes.

En la actualidad, y con sus 80 años, se muestra feliz y contento: «Creo que no me ha ido tan mal con el ajedrez. Soy un amante de la libertad y nunca habría concebido someterme a la idea de ser un ciudadano ruso normal. Abandoné mis estudios de música antes de comenzarlos. No podía tomar clases, porque en casa no teníamos un piano donde pudiera practicar. Quise ser actor, pero mi mala pronunciación del idioma ruso me bajó del escenario. Pude ser profesor, pero afortunadamente el ajedrez me salvó».

«El ajedrez es mi vida, y algo más»

Viktor llegó a Donostia con su último libro bajo el brazo: «El ajedrez es mi vida, y algo más», que los aficionados podían adquirir por 15 euros, y que Korchnoi -si tenía buen día- se dignaba a firmar. También se dejaba retratar con todo aquél que lo solicitase.

En su libro relata, entre otras cosas, que cuando tenía 10 años -en 1941- soportó los horrores y espantos del asedio nazi a su Leningrado natal. Para subsistir, llegó a robar las cartillas de racionamiento ocultas en la ropa de los cadáveres que yacían en las calles, y derritió el hielo acumulado en las alcantarillas para no morir de sed. Sobrevivió apelando a la piedad, y las penurias de su dura infancia le marcaron su carácter.

En las primeras rondas del torneo donostiarra (celebrado a finales de abril), Korchnoi fue amable, ya que obtenía resultados positivos en sus partidas. Pero en la octava ronda perdió con Collins en una complicada partida, tras jugar mal -según Víctor-. Aquél día se retiró rápido con un semblante serio y enojado, declinando la invitación a una cena preparada en su honor por la organización. Varios periodistas querían entrevistarle pero, cuando Korchnoi pierde, no quiere estar con nadie, salvo con Petra, su compañera.

El porqué de su participación en Donostia

En su 80º cumpleaños, la Federación Suiza de Ajedrez preparó a Korchnoi una fiesta en Zurich (Suiza), donde coincidió con varios personajes del ajedrez -entre ellos el excampeón mundial Gari Kasparov, un buen amigo suyo-. Como regalo, la federación le invitó a participar en un torneo internacional, dándole a elegir entre varios paises. Víktor Korchnoi se decantó por asistir al Open Internacional Ciudad de Donostia.

Para la organización donostiarra su presencia era estupenda, ya que servía para rememorar los magistrales torneos de ajedrez de 1911 y 1912, en los que participaron los mejores jugadores de la época -Capablanca, Rubinstein, Vidmar, Marshall, Tarrasch, Nimzowitsch, Spielmann, Maroczy...-.

Korchnoi había participado recientemente en el Open de Gibraltar -donde derrotó con negras al joven italiano Fabiano Karuana-, y el conocido gran maestro catalán Marc Narciso se había sorprendido de su buena forma: «Yo imaginaba que un jugador veterano y curtido en mil batallas, como él, calcularía lo justo y se basaría en su enorme comprensión posicional para encontrar las mejores jugadas en cada momento. Pero no, lo que vi -añadía Narciso- fue a un Korchnoi ávido de analizar todas las variantes, por largas que fueran, y si yo le indicaba algunas valoraciones generales él me contestaba que eso había que demostrarlo, y seguíamos analizando hasta que ya quedara clarísimo quién estaba mejor».

Pero Korchnoi no salió satisfecho de su actuación en Gibraltar, donde terminó 39º con seis puntos, a tres del vencedor Vassily Ivanchuk. Venció genialmente a Karuana, hizo tablas con Akobian, Bologan, Sandipan, Sasikiran, Battaglini y Boskovic, pero en la última ronda perdió con el balear Paco Vallejo. No está mal viendo el nivel del torneo, pero a Korchnoi, naturalmente, le pareció poco.

Un patinazo que le llevó al hospital

En la última ronda del Open donostiarra hizo tablas con el ucraniano Ruslan Pogorelov, tras una dificil partida, y se alejó de la tabla de premiados, por lo que terminó el torneo un poco consternado -aunque siempre al lado de su inseparable Petra- y comentando enfadado: «He gastado mis energías en firmar libros y sacarme fotos con aficionados».

Al día siguiente tuvo un accidente en el baño del hotel y estuvo un par de días en observación en el hospital. Korchnoi no está bien del corazón, pero no le falta energía. Días después, seguía su periplo en Grecia.

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