Raimundo Fitero
Peras y olmos
El asunto de la bacteria E.coli, está alcanzando unos valores de política ramplona que se está encaramando en todos los momentos televisivos que no sean series o películas, porque hasta en las motos apareció Jorge Lorenzo reivindicando el pepino almeriense. Aquí, a vista de espectador televisivo, nos encontramos con dos o tres vías de fuga para abandonar de una vez por todas cualquier idea de vivir en un ámbito europeo que no sea un mercado de vividores con traducción simultánea.
Las argumentaciones empiezan con un condicional. Y todas inciden en asegurar que si estas veintidós muertes y cientos de afectados fueran en algún país periférico mediterráneo, ya hubiera intervenido la OTAN para arreglarlo, pero como es Alemania, es decir, el corazón de la macedonia económica europea, la cosa se está tratando de refilón, superficialmente, y nadie se atreve a pedir sanciones para un gobierno que está demostrando su inutilidad, su ineficiencia, de tal manera, que de seguir así, haciendo el ridículo de esta pertinaz manera, vertiendo sospechas infundadas sobre hortalizas o brotes diversos, es posible que en el futuro no vendan ya ni automóviles.
Por otro lado en muchas tertulias de los «verdaderos españoles» están entrando en fase paranoica, aunque de baja intensidad porque de momento a quien fastidian es a ZP, pero que creen se trata de una conspiración. Y para finalizar esa sensación eterna de que cuando hace sol, va mal para los labradores y cuando llueve, también, que siempre se quejan y piden dinero para paliar sus supuestas pérdidas, ahora mismo parece que en una semana han perdido millones de euros. Puede ser, seguro que les afecta, pero ¿es para tanto? Nos ha sorprendido un cargo de una cooperativa agrícola quejándose por la cantidad ínfima destinada a paliar la avería desde las instituciones europeas y la denuncia de que se tiene que demostrar fehacientemente lo que se ha perdido para acceder a las ayudas.
Quizás todo se resuma en lo dicho por Óscar Jaenada, sobre su compañera en la serie «Piratas», Pilar Rubio: «no se puede pedir peras al olmo». No se puede desmontar de manera más cruel un producto televisivo.