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Crónica | Festival de Oporto

Cuando el teatro navega entre la realidad y la imaginación

El Festival Internacional de Teatro de Expresión Ibérica de Oporto acabó su edición del 2011 dejando una estela de convivencia propicia a la reflexión sobre la función del teatro en tiempos de recesión económica.

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Carlos GIL

Una incipiente Coordinadora Ibérica de Publicaciones Periódicas sobre Artes Escénicas realizó un encuentro dentro del programa del FITEI, con la intención de ir formalizando una mínima estructura que les lleve a la mejora conjunta y a la toma de postura ante los retos del futuro, y en sus actividades se realizaron unos debates sobre la incidencia de las propias revistas especializadas, y la crítica en los medios generalistas, como mediadores con los públicos.

Asunto de muy difícil concreción dadas las variables y circunstancias dispares con las que se ejerce la crítica y hasta la información relativa a estas manifestaciones pero que de nuevo focalizan alguno de los problemas colaterales que tiene la práctica de las Artes Escénicas: la desatención social, periodística, lo que incide en una clandestinidad mediática si no se trata de fenómenos sociales, con famosos televisivos, fuera de cualquier control de calidad artística y que parece mermar la posibilidad de conocimiento de los públicos.

Nos interesó la sección «Vão de Escada», que exponía los trabajos de varias compañías emergentes portuguesas, por lo que tiene de riesgo al colocar en igualdad de condiciones creaciones no consolidadas. Muy estática, con una buena imagen inicial que no se desarrolla, es «Historia de amor (últimos capítulos)» de Jean Luc Lagarce, con dirección de Tiago Correia a cargo del grupo A Terma, que se agota en sí misma, que no logra darle el vuelo que en ocasiones la poética del texto propone.

La compañía Erva Daninha, ofrece en «Pira Te», de Vasco Gómez y Gilberto Oliviera, un trabajo muy especial, con buenos apuntes de rasgos performativos, con cuidada puesta en escena y una actuación muy física, que deja buen saber de boca, y que esperamos siga su investigación por este camino donde parece encontrar puntos de alta tensión dramática. En la calle, un trabajo muy bien cuidado, original, desarrollado con sentido, humor, buscando la complicidad y logrando momentos de buena comunicación con los espectadores es «Baile dos candeeiros» a cargo de la compañía Radar 360, con unos personajes-lámparas que dan mucho juego de noche.

Menciones especiales

Dos trabajos dentro de esta sección merecen un espacio especial: «Meto a colher», a cargo de A pele-Espaço de Contacto Social e Cultural, ya que propone en una plaza céntrica, un espacio totalmente realista, reconocible, en tiempo, detalles e interpretación nada afectada, pero dentro de un cuadrilátero de plástico, con incisiones para que se vea desde fuera, y en donde se tratan varias situaciones, variables, con actores no profesionales, de violencia de género, y con la posibilidad de que el público que lo desee pueda intervenir. Una experiencia muy sugerente.

El otro es la compañía Ponto Teatro, que presentaron «Sul», del autor alemán Manfred Karge, dirigida por Emanuel de Sousa, que es la propuesta más grandilocuente en cuanto a sus objetivos, sus necesidades espaciales, su disposición tecnológica, con la expedición del noruego Roald Amundsen al Polo Sur como motivación, narrado en tiempos de metateatro, pero que partiendo de esa situación tan realista se va introduciendo en un torbellino imaginativo que descoloca al espectador, pero ayuda al juego teatral ilimitado.

Los catalanes de Ponten Pie ofrecen en «Copacabana» una mirada clownesca a la vida de un peculiar restaurante-espectáculo. Divertido trío, muy buen ritmo, agradable y que llevan a sus últimas consecuencias su sentido del humor. Los gallegos de Voadora, con «Súper 8» nos sitúan de nuevo ante un trabajo que parte de una realidad, un herp3s que acaba con la memoria, y su desarrollo se recarga con la grabación de varios cortos en súper 8. Nos faltó algo. Todo lo contrario con los castellanos de Teatro Corsario y su ya legendaria «La maldición de Poe», unos títeres realmente impresionantes, de realismo fantástico, un espectáculo redondo.

Hubo más, pero esperemos que el FITEI pueda hacer el año que viene otra edición de esta coherencia.

 

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