Cuatro comenzó la emisión de una nueva teleserie de policías cuya acción transcurre y le da nombre, «Hawai 5.0». Se trata de un grupo heterogéneo de violentos superagentes que solamente cumplen órdenes de la gobernadora. Es decir, están al lado de la ley, funcionan por libre, arrestan, detienen, amenazan o le pegan dos hostias a los que ellos consideran «malos», sin necesidad de que nadie lo diga tras un juicio. El paisaje, Hawai, es muy circunstancial, aunque le sacan el partido turístico suficiente. Es una de las tendencias de las series policíacas, crear interés entre los televidentes sobre alguna ciudad para despertarle la necesidad de visitarla. Además las ciudades y sus equipos de gobierno lo saben y ponen muchas facilidades, cuando no apoyos explícitos económicos para que salgan sus ciudades en muchas producciones audiovisuales.

Siempre ha sido así, y Honolulu ha sido decorado de bastantes series y películas. En esta ocasión la variable es que dos de los protagonistas son orientales, y que en el capítulo de presentación, el número cero y el primero, las tramas subyacentes de la delincuencia son orientales, o mejor dicho, chinos. Tráfico de personas, prostitución y otras menudencias, aunque también aparecen tramas de delincuencia de mayor calado, aparentemente con otras connotaciones y conexiones políticas, como si aquella que se llamó la guerra fría nunca se hubiera acabado, y que existieran varios frentes congelados que precisan de equipaciones tecnológicas y agentes de triple o cuádruple filiación, con usos de materiales bélicos de primera magnitud y personal de una especialización supina.

La realidad es que se trata de un género televisivo, que quizás su expresión más amable, más de cómic, fuera «El Equipo A» donde había muchos tiros pero ningún muerto, que después se han ido sofisticando como la de «Nikita» u otras de equipos de ubicación divina, pero de violencia terrenal que solamente responden a servicios secretos, que aquí se trasmutan en un cuarteto que va desde la simpatía personal a lo de enmarcarse en lo que podríamos decir otra de chinos. Y es que los chinos van a dar mucho de qué hablar.