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Crónica | Azkena rock festival

Llorando a la luna

Primera jornada del del Azkena Rock Festival, propia para ejercitar el recuerdo. en total, 18.500 personas en Mendizabala para el jueves más multitudinario de la historia del ARF. Rob Zombie, Ozzy y Kyuss Lives! estuvieron en horario prime time.

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Izkander FERNANDEZ

Perdida la esperanza, perdida la ilusión. La primera jornada del ARF 2011 fue otro parque de atracciones del recuerdo. Legados y más legados sin ningún presente claro. Nuestras vidas, y las de las estrellas del rock, se consumen. Nuestro cerebro, y el suyo, se destruye. Aunque el de ellos, lo hace a un ritmo supersónico.

Fueron The Cult los que empezaron con esta historia. Concierto a piñón fijo, sin riesgos, contemporizando dentro del escaso margen que dan los festivales. Esto es, contemporizando al cuadrado. Repertorio para el recuerdo y una actuación para amontonar en algún lugar de la memoria que no estorbe.

Similar sensación creó el singular Rob Zombie. Es difícil entender a santo de qué pensó un buen día el cantante y consumado director de cine que la música creada bajo su propio nombre podía interesar la mitad que la de su formación original: los recordados White Zombie. En Mendizabala ofreció recortes de lo que alguna vez hizo interesantes a White Zombie. Pero no pasó de ahí. Sin nada que dar desde hace siglos, Zombie, Rob, se limitó e enseñar su sombra, su corrosiva propuesta de un rock desgarbado, ácido y post nuclear. Sin la florescencia de antaño a la vista.

Ozzy Osbourne al menos no ha hecho cine. Aunque ha hecho televisión. Más cerebros destruidos. Daños colaterales. Lleva años el bueno de Ozzy levantando un interesante debate allá por donde pasa. ¿Hasta cuándo hay que intentar ofrecer espectáculo si es prácticamente imposible ofrecerlo?

En una actuación de Ozzy hay que fijarse en varias cosas: su estado de forma, el estado de su voz, la calidad de los chistes que genere, la banda que lo acompaña y el número de temas recientes que le roben valioso tiempo a sus clásicos con Black Sabbath y en solitario.

Su estado de forma es el que es. El de su voz, el que ha sido. Los años no pasan en balde. El pasado ha pasado y por él nada hay que hacer y el presente es un fracaso. Cerebros y gruyer. Los chistes eran resabidos. Su banda parecía la reencarnación matrixiana de cualquier grupo de Los Ángeles 88, con un guitarrista alejado de la calidad de cualquiera de sus predecesores. Ya con el repertorio, Ozzy lo tenía difícil para fallar. «Mr Crowley», «Crazy train», «Bark at the moon» y «Mama I'm comming home» conformaron el núcleo duro de temas propios. «Paranoid» y «Iron Man» los de Sabbath.

El fin de fiesta con Kyuss Lives! fue quizá lo más interesante de la noche. Los centauros del desierto cabalgaron de nuevo. Sin guiño de Josh Homme, el que pinchó y cortó en la formación original y que actuó ayer con sus Queens of the Stone Age. Pero con otro repertorio, y otro legado, que tira de espaldas. Y el futuro no se ve.

 

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