Crisis económica en Europa
Grecia se aprieta más el cinturón bajo el dictado de la UE y el FMI
No hubo sorpresas, aunque nadie se atrevía de antemano a descartarlas. El Parlamento griego aprobó finalmente el paquete de austeridad presentado por el Gobierno, cumpliendo así el requisito reclamado por la Unión Europea y el FMI para seguir prestando dinero. Mientras los diputados votaban, en el exterior las calles adyacentes eran el escenario de otra batalla campal entre manifestantes y policías en la segunda jornada consecutiva de huelga general.
Imanol INTZIARTE | DONOSTIA
Yorgos Papandreu, primer ministro griego, recibió ayer, metafóricamente hablando, las palmaditas en la espalda de la Unión Europea y del FMI después de lograr que el Parlamento heleno diera luz verde a su drástico plan de recortes, subidas de impuestos y privatizaciones. Mientras, en las calles del país, buena parte de la ciudadanía expresaba su hartazgo ante la constatación de que tendrá que apretarse más el cinturón.
Al Gobierno le sobraron cuatro votos. Necesitaba 151 y el partido que lidera Papandreu cuenta con 155 escaños, pero había temor ante posibles deserciones. La hubo en singular. El parlamentario rebelde, Panagiotis Kurumplis, fue expulsado del PASOK de modo fulminante.
En compensación, una diputada de la oposición conservadora secundó el proyecto del Ejecutivo. El resultado fue de 155 votos a favor, 138 en contra, 5 abstenciones y 2 ausencias. El último trámite queda para hoy, cuando se apruebe el proyecto de ley que permita implementar las medidas de manera inmediata.
Grecia ha cumplido su parte y este próximo domingo el ministro de Finanzas, Evangelos Venizelos, reclamará en la reunión extraordinaria del Eurogrupo que la UE cumpla con la suya. Lo más urgente, desbloquear el quinto tramo del primer rescate, valorado en 12.000 millones de euros. Para más adelante queda el diseño de un segundo rescate, en torno a otros 110.000 millones.
El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, y el del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, resaltaron en un comunicado conjunto que Grecia «ha dado un paso atrás vital para alejarse del escenario muy grave de la quiebra». El FMI también mostró su satisfacción por boca de su director gerente en funciones, John Lipsky.
Optimismo que no todos comparten. El analista griego Stavros Lygerós declaraba a Efe que «lo que verdaderamente se necesita es que Europa dé más tiempo a Grecia, que le dé un verdadero paquete de ayuda para rescatar a la economía y un Gobierno que lo aplique. La injusticia de las medidas sigue aumentando, exigiendo cada vez más sacrificios y eso aumentará la violencia y el descontento en las calles».
El país vivió ayer la segunda de las dos jornadas de huelga convocadas, repitiéndose los enfrentamientos de la víspera entre manifestantes y policías. La plaza Syntagma, ante el Parlamento, se asemejaba a un campo de batalla difuminado entre el humo del fuego y los gases.
Profesores, empleados de oficinas del paro, de juzgados, puertos y oficinas de Hacienda -unas 750.000 personas- están llamados hoya a secundar una huelga en Inglaterra y Gales en protesta contra los planes del Gobierno conservador de David Cameron de reformar las pensiones. También se espera que se sumen a la movilización los empleados de las oficinas de inmigración, por lo que habrá alteraciones en los aeropuertos.
Los funcionarios denuncian que esta reforma les obligará a «trabajar y contribuir más para ganar menos dinero». El Ejecutivo propone elevar la edad de jubilación -el objetivo es pasar de los 60 años actuales a los 66 en 2020-, aumentar las contribuciones individuales -en algunos casos hasta el 50%- y reducir la cantidad que se cobrará en el retiro, que pasará a calcularse con una media del salario percibido en toda la vida laboral, en lugar de con la última remuneración.
Cameron resaltó que a su juicio no hay «ningún motivo» para esta huelga y argumentó que la reforma es «esencial» debido al envejecimiento de la población. La iniciativa del primer ministro se enmarca dentro de su paquete de austeridad para luchar contra el déficit, y que comprende asimismo la congelación de los salarios y la eliminación de 330.000 empleos públicos. Unison, el mayor sindicato de la función pública, ha optado por no sumarse a esta convocatoria, a la espera del resultado de las negociaciones. Si no se alcanza un acuerdo satisfactorio, se vislumbra un otoño caliente. I.I.