La incapacidad de aceptar la derrota, el mal perder, suele ser síntoma de mala educación. Y ha sido precisamente eso, muy mala educación, lo que han mostrado varios políticos del Estado español tras la nominación de Donostia como Capital Europea de la Cultura en 2016. Las declaraciones realizadas el martes y ayer por portavoces tan cualificados como el presidente del PP, Mariano Rajoy, además de otros miembros de su partido y del PSOE, dan la medida del nivel en que se mueve en estos momentos la clase política española.

Sin embargo, algunas afirmaciones son especialmente graves cuando quien las pronuncia ostenta un cargo institucional. Y, en este sentido, los exabruptos del alcalde de Zaragoza, Juan Alberto Belloch (PSOE) y la ministra de Agricultura, Rosa Aguilar, deben ser denunciados con firmeza, en tanto que desde su cargo han faltado el respeto, no sólo a un jurado compuesto por técnicos de reconocimiento internacional, sino también al proyecto que representa Donostia, a los trabajadores que lo han desarrollado, a la propia capital guipuzcoana y a todos sus vecinos. El PSE no debe limitarse a defender la idoneidad de la capitalidad donostiarra, ni puede atribuir esas incalificables palabras a un «calentón». Debe responder a esas dos personas, compañeras de partido, con la contundencia que sus disparates merecen.