Tomás Urzainqui Mina | Historiador
Hagamos el camino digno de la libertad
La cuarta etapa, la del soberanismo, es la actual, donde el eje del movimiento liberador pasa a ser el conjunto de la sociedad, cuya ciudadanía de forma pacífica y democrática marcha, firme y sin pausa, hacia la recuperación de la libertad individual y colectiva
Este camino digno, el de la libertad, lo está andando nuestra sociedad ya desde hace tiempo, aunque a veces la fragosidad de la dominación dificulta el poder verlo. Pero además no se trata sólo de hacer el camino, sino sobre todo de andarlo con decisión, porque está injustamente bloqueado y hay que volverlo a abrir para retomarlo. A grandes rasgos, este camino entero tiene cuatro etapas, que se pueden identificar por la respectiva denominación que se le da a cada una de ellas:
a) La primera etapa (1175-1620), fue la lucha de la liberación, a partir de la ocupación de la Navarra marítima por Castilla, quedando una Nafarroa libre fuera de la dominación, pero cada vez más reducida hasta 1620. Hubo durante esta larga etapa una Nafarroa ocupada y otra independiente; ésta a su vez fue reducida, especialmente tras la nueva conquista española de 1512, manteniéndose la parte independiente al norte del Pirineo hasta 1620. Desde 1175 a 1620 para los navarros sometidos a España quedaba siempre el referente de la Nafarroa todavía independiente. En esta fase fueron ya muchos los que quedaron en el libro de honor de la dignidad nacional, los represaliados, prisioneros y muertos, entre ellos el tenente Pedro Belaz en Malvecín (Bilbo) en 1175, culminando con el maltrato al mariscal-jefe del Ejército navarro Pedro de Navarra, encarcelado durante siete años en las cárceles de Atienza y Simancas, donde murió de forma no aclarada en 1523.
b) La segunda etapa (1620-1894), la del patriotismo político navarro que se enfrenta a España y Francia para defender los restos de las instituciones estatales propias. Torturas, fusilamientos y presos jalonan también este periodo. A partir de 1620 queda la memoria colectiva del reino alimentada por los historiadores navarros (José Moret Mendi, Arnald Oihenart Echart). Es en la segunda mitad del siglo XVIII cuando, bajo la influencia del pensamiento ilustrado europeo (Locque, Montesquieu, Rousseau, Voltaire...), se desarrolla en torno a la sociedad de Amigos del País el despertar de la actividad política nacional, que a partir de 1794 y hasta 1894 adquiere en los más concienciados la madurez ideológica de la soberanía nacional y de la lucha por la libertad incluso con las armas. En 1809 Xavier Mina Larrea organiza a los voluntarios navarros de lo que luego sería la División de Navarra, pero en 1814 el rey Fernando VII de España los persigue, fusilando al coronel José Gorriz, que había llegado a ser jefe de la División en funciones. En 1817el general Xavier Mina contraataca a Fernando VII desde México, donde tras una brillante campaña es detenido y fusilado. En 1837 el coronel León Iriarte, al mando de las tropas patriotas, declara la independencia de Nafarroa en Iruñea, en la que se mantiene durante un mes hasta ser detenido y fusilado por el general español Espartero, siguiendo la represión con ejecuciones y cárceles en África. La última expresión del patriotismo político de esta etapa es la Gamazada de 1893-1894.
c) La tercera etapa, que duró el último siglo, es la del nacionalismo cultural y político, de práctica autonomista. En esta etapa, que comienza en 1894 y termina en 1998 (acuerdo de Lizarra-Garazi), hubo que hacer frente a la mayor peste del siglo XX, el fascismo y el nacional catolicismo españoles, contra dicho enemigo de la paz, la democracia y la libertad fue necesaria la autodefensa armada.
d) La cuarta etapa, la del soberanismo, es la actual, donde el eje del movimiento liberador pasa a ser el conjunto de la sociedad, cuya ciudadanía de forma pacífica y democrática marcha, firme y sin pausa, hacia la recuperación de la libertad individual y colectiva, que es la soberanía de la sociedad en la independencia nacional. Es patente la dignidad del camino, que recorre este pueblo en esta cuarta etapa desde la conquista, ahora ya sin minorizaciones ni complejos, al igual que lo han hecho el resto de las naciones europeas que por fin consiguieron recuperar su libertad.
La conquista de este país por España y Francia es el origen de la carencia actual de libertad en el conjunto de la sociedad, la partición territorial y la división de la propia sociedad, lo que afecta a todos, no sólo a los ciudadanos de la sociedad dominada sino también a los de la sociedad dominante. Para la necesaria reconciliación es preciso el reconocimiento del otro y recíprocamente de la sociedad dominante y de la dominada.
La conquista es el mal supremo, pues origina la privación de la independencia a una sociedad, mediante el ejercicio ilegítimo sobre ella de la violencia. Los derechos civiles y políticos de la sociedad quedan, como consecuencia de la conquista padecida, negados y en precario. Mientras que la independencia es la libertad, la conquista es su negación. La legitimidad de marchar, recuperando la libertad, resulta de una innegable dignidad humana. El fin de toda violencia es el fruto de la recuperación de la libertad de todos y de la independencia de toda Nafarroa, es decir, el final definitivo de la conquista.
Los muchos cientos de ciudadanos navarros -y por ello mismo vascos- encarcelados, así como los cientos de miles de perseguidos, serán para siempre los últimos de esa largo calvario iniciado con la conquista de toda Nafarroa por España y Francia. Por ello, y como lo han hecho otros pueblos, saldremos adelante andando el camino de la libertad de todos, incluidos los presos, con resolución y voluntad democrática y pacífica. Andemos pues, desde ya y de inmediato el próximo día 3 de Julio en Iruñea por este camino digno, que nos traerá la paz y la libertad definitiva.