Alarde de confianza en las calles de Irun
Irun se encuentra inmersa en plenas fiestas patronales y ayer miles de vecinos y visitantes celebraron el día grande en un ambiente inmejorable, eso sí, caracterizado un año más por el desfile de dos alardes diferenciados. Por un lado, ocho mil hombres y una veintena de mujeres partieron a primera hora de la mañana desde la plaza Urdanibia en el que coloqui- almente se ha venido en llamar alarde «tradicional», donde las mujeres sólo pueden participar como cantineras, de carácter privado pero con todos los parabienes municipales. Por otro lado, el alarde público, donde más de un millar de mujeres y hombres marcharon conjuntamente en diez compañías mixtas, sin exclusiones. Por la tarde ambos alardes volvieron a desfilar, en orden inverso y con mismas características.
La existencia aún de dos alardes indica que la situación en esta localidad guipuzcoana sigue estando lejos de ser normalizada, y que el conflicto surgido en torno a este evento, en principio festivo, se mantiene vivo. Que se insista en mantener una actitud discriminatoria respecto a las mujeres entre buena parte de los iruneses e irunesas es un elemento preocupante, tanto como que el primer edil y máxima autoridad municipal pretenda legitimar esa discriminación. José Antonio Santano (PSE), agasajando a la iniciativa privada y despreciando el alarde público, hace una apuesta expresa en favor de aquellos que sólo quieren ver a las mujeres de cantineras. Lo ha hecho siempre, sin que, por cierto, haya recibido reproche alguno de su partido.
Sin embargo, hay datos que alientan el optimismo. Tal como indicó Iñaki Errazkin, comandante del alarde mixto, cada vez son más las personas que se suman al mismo y menos las que lo critican desde fuera. No se produjeron incidentes, y las diez compañías que desfilaron sin reparar en el sexo de sus integrantes estuvieron arropadas por una multitud y por muchos representantes institucionales, políticos y sociales, que suplieron el vacío del gobierno municipal. Queda camino por recorrer, pero ayer mil mujeres y hombres hicieron un alarde de confianza mirando al futuro.