Ernesto del Río, director del Festival de Cine Corto y Documental Zinebi, vuelve a la actividad fílmica con su cuarto largometraje, tras un largo paréntesis desde que en 1995 realizara «Hotel y domicilio». Se puede decir que es su proyecto más ambicioso y el más internacional, ya que ha rodado en Cuba con un equipo en coproducción formado por técnicos nativos y otros llegados al Caribe desde Bilbo.

En el making of que se puede ver en la página oficial de la película se aprecian las complicaciones del rodaje, tanto en las escenas con gran cantidad de extras como en las que se recrean elementos atmosféricos. Tenían que desplegar una tormenta tropical para culminar la narración, por lo que hizo falta inundar las localizaciones previstas. Por el contrario, aquellas otras tomas más propias de un clima cálido exigieron el sacrificio del reparto, que hubo de hacer frente a las bajas temperaturas de una temporada invernal especialmente dura.

Los actores y actrices se adaptaron a las circunstancias ambientales sin problemas, gracias a que Ernesto del Río no quiso llevar el guión muy ensayado, para dejarse llevar por la magia del momento.

Aitor Mazo es un cuarentón en crisis atraído por una joven cubana, cuyo padre es un arquitecto deprimido por la decadencia de los edificios que construyó en el pasado en La Habana Vieja. Un desgaste del tiempo que también afecta al matrimonio del protagonista, casado con una compositora de canciones románticas. Uno de esos temas será interpretado por la ocasional amante, que quiere triunfar en el mundo de la canción.