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Maite SOROA | msoroa@gara.net

Ansón alerta desde el campanario

Hay periodistas que parecen un filón. Al menos para servidora, que trata de trasladarles el pensamiento que pulula por ahí.

Ayer Luis María Ansón volvía a subirse al campanario de «El Mundo» para dar la voz de alerta por la secesión de Euskal Herria y Catalunya, que ya da por inevitable. ¡Qué bien!

Ansón se remontaba a los tiempos de Maricastaña, que le son tan familiares, para explicar su pensamiento: «Se lo advirtió José Ortega y Gasset a Manuel Azaña: la voracidad de los partidos nacionalistas no tiene otro límite que la secesión». A partir de la sentencia, el vetusto comentarista se da un baño de realidad: «en la macroencuesta realizada antes de que empezara el circo actual, ni el 5% de los catalanes estaba interesado en modificar el Estatuto articulado por la Monarquía parlamentaria». O sea que fue esa monarquía impuesta por Franco la que «articuló» la autonomía catalana. Será por eso que la quieren cambiar las catalanas y los catalanes.

A continuación, sin moverse de la silla Ansón hace en un periquete su propio sondeo y sentencia que «la clase política catalana lo único que quiere de verdad es más poder, mandar más» y por eso, concluye, que «hoy camina francamente, a izquierda y a derecha, hacia la secesión». Algo que, por lo visto, le aterra.

Luego, el columnista de referencia de la carcundia suelta un rollo macabeo sobre las posibilidades legales de modificar la Constitución española y llega a conclusiones que le parecen inquietantes: «Como parece que ni Bildueta ni el PNV ni los partidos nacionalistas catalanes contarán nunca con apoyos suficientes para salvar los escollos de la carta magna española, la colisión en el futuro entre el secesionismo y la Constitución se hará inevitable (...) ¿quién le pone el cascabel a la hiena del secesionismo vasco, del secesionismo catalán, atizados por las ocurrencias y la inepcia de Zapatero?».

Como pueden compobar, Ansón es de los que tienen claro que su constitución es la jaula donde quisieran encerrar a la mayoría de la población. Pues tengo para mí que una ley que niega el derecho de la mayoría de la ciudadanía es una birria de ley. ¿No les parece?

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