Fede de los Ríos
Yo de mayor, mozopeña
Los denominados, con intención peyorativa por el imbécil de turno, mozospeña han venido jugando el papel de aquellos 300 aguerridos griegos en las Termópilas. Por más persas y persianas que, de manera insistente, han querido echar a todo lo popular, las dieciséis peñas de Iruña siempre se han mantenido custodiando el fuego de la Fiesta.
Sus autogestionadas formas de disfrute, siempre tan lejos de lo institucional, son las que habrían dado contenido a las fiestas de Iruñea. El marchamo particular de los Sanfermines. Un grano en el culo de nuestras cada vez más aburridas autoridades que todo lo quieren controlar. La incorporación de las mujeres por derecho propio al espacio de la fiesta, espacio que les fue vetado durante tantos años, en las peñas se desarrolló de manera ejemplar. Envidia de cercanas poblaciones. Y algunos todavía nos llaman naburros.
Es ciertamente difícil el aguantar la avalancha de casi dos millones de visitantes y que lo característico de la fiesta permanezca más o menos inalterable.
Vaya, pues, mi admiración hacia los heroicos integrantes de las peñas de Iruña. Es precisa la complicidad de la ciudadanía para con ellos en beneficio de la Fiesta, pues como bien dice el amigo Zuza, preciso es el que todos andemos un poco para que otros no tengan que andarlo todo.
Al igual que sin encierro o sin gigantes y cabezudos no podrían concebirse los sanfermines sin las peñas. Los que quieren convertir Sanfermines en un museo, como Maya el abejorro, no han entendido nada. ¡Los pobres son tan terriblemente obtusos!
La tarea de mantener las fiestas populares fuera del control de los tristes, de los que todo lo vuelven mercancía no es tarea fácil. Eso la hace más interesante y divertida, por eso iba a decir aurrera bolie! Pero como me han dicho que a algún anormal de juez pudiera parecerle apología del terrorismo, simplemente, en el idioma del Imperio, en castellano castizo, afirmaré ¡adelante con los faroles!, que viene a ser lo mismo.