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Bermutean ... Amaia Izkorekin

«El 8 te reúnes con las familias, pero en otra clave, están alegres»

 

Aritz INTXUSTA |

Hubo que sortear a los gigantes, los cabezudos, los zaldikos y a todo el tropel consistorial para encontrar a Amaia Izko. Estaba en todo el cogollo, en Curia. El vermú se hizo imposible en Temple, por el gentío. Al final, hubo que huir a la Nabarreria. «Para mí, esto de la procesión es un gran momentico de los sanfermines. Poder ir a decirle a la corporación todo lo que pensamos de su gestión no tiene precio», dice Izko. Al final, ella se decide por una cocacola. Hace unos días, cuando concertamos la entrevista, esta abogada acostumbrada a dar la cara por los presos en la Audiencia Nacional, avisó de que era «más de gigantes que otra cosa». Sin embargo, el chupinazo es mucho chupinazo. ¿De dónde sacaste esas gafas, Amaia?

«Me he levantado para ver el encierro y ha sido un horror. Como que se me juntaban las imágenes de todo», confiesa. Izko ha vivido siempre en Estafeta y, desde el balcón de su casa, se ve cómo corren los mozos frente a los toros. El despacho desde el que trabaja está a unos cien metros de Estafeta, también en el corazón de Alde Zaharra. No hay forma humana de que pueda abstraerse de que son sanfermines, pero le importa bastante poco. «Por mí, las fiestas podrían durar quince días. Yo, feliz».

Además de ser una de las fijas entre quienes aprovechan la procesión para descargar tensiones, Izko se reserva para ella el 8, que es un día especial. «El 8 es un día para el recuerdo de quienes no están. Pero es distinto a todos los demás, porque se viven las ausencias en positivo, celebrando la libertad de quienes han salido», afirma la abogada. «Es importante, porque, por encima de todo, hay que conseguir que los que han salido de la cárcel estén bien, estén fuertes», explica. También se acuerda de Germán Rodríguez y lo que ocurrió en los sanfermines del 78. «Hay que mantener vivo su recuerdo por una cosa esencial, porque no queremos que vuelva a pasar», sostiene.

Es cierto que, para Izko, estos no son los sanfermines que queremos, que se puede apostar porque tengan un carácter más popular, que el Ayuntamiento cercena el trabajo de la gente de a pie, en vez de apoyarlo, que no están las txosnas... «Pero en San Fermín, las calles de Iruñea, por una vez, vuelven a ser del pueblo y para el pueblo. En esta ciudad, esto es más que necesario», sentencia Izko.

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