El viaje al destino es uno de los mayores placeres del plan que se tenga, siempre que sea una propuesta de ocio o similar. Llegar a Kobetamendi es uno de esos picos de entusiasmo que se producen a lo largo de la jornada. A los «guiris» se les conoce por cómo miran las cosas: los árboles, las vistas sobre Bilbao, la desorientación... En realidad, el momento es tan sublime que todos somos viajeros que han llegado al centro de la Tierra. El lugar donde se cruzan los ritmos del tiempo y las melodías de cada grupo.

Con el paso de la tarde, la amenza de lluvia se ha convertido en un gran claro que golpea con toda la luz del verano. El ropaje de primavera o de otoño ha dado paso al de verano y a las camisetas escotadas. Bilbao BBK Live ya es luz y sombra para los muchos aficionados que prefieren la zona de arbolado, este año con más atenciones que nunca, ya que predominan las sillas, mesas y barras con comida y bebida. De paso, al lado de la sala de prensa, un cómodo espacio de charla y trabajo, los chicos de Spotify sortean cuentas premium como si fuese una tómbola.

Comienza el baile

A las 17.45 en el escenario 1, aún con la gente ubicándose en longitud y latitud está en escena Neon Trees, en una hora no serán nada en el historial de mi cabeza, pero el grupo, dentro del estilo mélodico propio del sinte-pop poseen un buen número de canciones divertidas, de pegada y baile. «Queréis bailar con nosotros», pregunta el cantante, cabeza rapada con tibia cresta, a lo que la gente responde con un sonoro sí. Neon Trees emiten felicidad y la trasladan a pie de escenario. No ha habido engaño, suenan en directo con la misma precisión que en disco.

En el escenario 2 están Ken Zazpi. El sonido externo es perfecto. Bajo sus pantallas de sonido miles de aficionados. El repertorio elegido debe de ser un poco más corto que el habitual, por lo que los grandes éxitos se suceden. Conocidos o extraños, depediendo del origen, Ken Zazpi están convenciendo a todos. Con unas nubes de paso, la banda de Gernika se despide entre aplausos.

Toca desplazamiento, del escenario 2 al 1. Arriba se encuentra Russian Red, el proyecto de Lourdes Hernandez. Lleva una banda veterana, por lo que suena con un empaque no habitual en la madrileña, que tiende al aburrimiento. Ayer, gracias al arrope, y alguna que otra buena canción, salvó parte de su tiempo. No obstante, sigue siendo una oferta cansina.

Fuerza y armonías

Aquí, la mayoría de los jóvenes esperan la actuación de Coldplay. Nadie duda de que tras la caída de Amy Winehouse del programa son la gran atracción del Bilbao BBK Live. Los más veteranos se apuntan también a Blondie, quien ha exigido que las fotos se tomen a unos 80 metros de distancia. Mientras tanto, en escena están The Twilight Singers, músicos veteranos encabezados por Greg Dulli, ex líder de los recordados Afgham Whigs. La propuesta es áspera, sólida. Un cruce de guitarras y ritmos medios ahogados entre la voz seca de Greg. El set crece en espesura, en desgarro, con el paso del tiempo. La historia que proponen se aproxima a la primera división. Actuación muy sólida.

Bilbo se está cubriendo de bruma y el fresco comienza a llegar por el lado norte. Twilight Singers se van retirando con un corte de aire melancólico, dramático, matizado por el violín, todo engarzado con la luz gris del final de la tarde.

En el escenario 1 la gente espera la salida de Beady Eye, uno de los momentos más curiosos de todo el festival. Es la banda del ex Oasis Liam Gallagher, uno de los nombres más populares y trascendentes de las dos últimas décadas. El público completa el campo base, todo suena armónico y compacto, con la singular voz de Liam en primera línea más la fuerza de sus compañeros, todos ex Oasis.