Un año después de que pusiera fin a sus operaciones de combate en Irak, el Ejército estadounidense se ha lanzado a una ofensiva contra las milicias chiíes que luchan contra la ocupación -y tras las que ve la mano de Irán-, a las que acusa de ser las responsables de la muerte reciente de una veintena de soldados estadounidenses

«Debemos actuar unilateralmente contra las amenazas (de los grupos chiíes) y lo haremos», señaló ayer el nuevo jefe del Pentágono, Leon Panetta, ante 150 soldados en el Camp Victory, cerca del aeropuerto internacional de Bagdad.

Horas antes, al menos tres proyectiles katiusha impactaban en la fortificada Zona Verde coincidiendo con la visita a Bagdad del nuevo secretario de Defensa de EEUU. El ataque dejó un saldo de una mujer y tres menores heridos.

El Gobierno iraquí no confirmó si Panetta se encontraba en ese momento en el interior de la Zona Verde, en el centro de la capital iraquí, donde se encuentran los principales edificios gubernamentales y embajadas de países occidentales como las de EEUU y Gran Bretaña. Panetta llegó el domingo a Bagdad en una visita que no había sido anunciada previamente y que es su primer viaje a este país.

El nuevo hombre fuerte del Pentágono llega en un momento crítico para EEUU, que ha perdido a 17 soldados desde el 6 de junio en ataque en la capital, en la ciudad santa chií de Najaf y en las provincias de Wassit (sur) y Diyala (centro) por ataques con bombas y morteros.

El Ejército estadounidense, que tiene previsto abandonar definitivamente el país a finales de año, mantiene 46.000 soldados en Irak, oficialmente para adiestrar tanto al Ejército como a la Policía nativos.

Pese a reconocer que, según el «acuerdo de seguridad» firmado en noviembre de 2008 entre Washintton y Bagdad, «es a Irak al que incumbe la responsabilidad de garantizar la seguridad de nuestras fuerzas», el general Lloyd Austin matizó que «si no hay manera de actuar conjuntamente con las fuerzas de seguridad iraquíes, nosotros patrullaremos alrededor de nuestras bases. Haré todo lo que sea necesario para proteger a mis soldados», insistió en comandante en jefe de las fuerzas estadounidenses en Irak.

Recientemente, el general Jeffrey Buchanan, portavoz del Ejército estadounidense en Irak, constató un aumento de los ataques por parte de tres milicias: Kataeb Hizbulah, Assaib Ahl al-Haq y la Brigada del Día Prometido. Esta última organización armada fue creada en noviembre de 2008 por el líder chií Moqtada al-Sadr para luchar contra las fuerzas ocupantes estadounidenses en Irak.

Los otros dos grupos son escisiones del antiguo Ejército de El Mahdi, bajo la órbita del mismo movimiento sadrista y desmantelado en 2008 tras haber plantado cara a los ocupantes entre 2004 y 2007.

Armamento y adiestramiento

Lo que más inquieta a las fuerzas estadounidenses es la calidad del armamento que utilizarían y, sobre todo, su pericia a la hora de emplearlo.

«Vemos proyectiles y morteros cada vez más potentes, pero lo más grave es que han mejorado su capacidad de tiro. Eso quiere decir que hay gente dotada de una experiencia real que ayuda (a los insurgentes) a mejorar su técnica», aseguró el general Austin, en referencia apenas velada a los Guardianes de la Revolución iraníes.

Los recientes ataques han sido en efecto de una precisión mortífera, sobre todo el que el 6 de junio pasado mató a seis soldados en la base militar de Baladiyat, en el este de Bagdad.

Los cohetes lanzados ayer contra la Zona Verde lo fueron desde el barrio chií de Zafaraniya, en plena capital.

En opinión de un alto responsable militar estadounidense que pidió mantenerse en el anonimato, «no hay nada realmente sorprendente en esto. Siempre contábamos entre nuestras previsiones que en la última fase de nuestra retirada, los grupos insurgentes intentarían golpearnos para dar la falsa impre- sión de que serían ellos los que nos obligarían a irnos». Siempre según esta fuente y su propia lógica, Irán «está intentando intimidar al Gobierno iraquí por si se le ocurre intentar negociar con nosotros para establecer una relación de seguridad a largo plazo».

Los partidos políticos con representación en el Parlamento de Bagdad tienen dos semanas de plazo para dar su respuesta sobre un eventual mantenimiento de un contingente estadounidense en Irak tras 2011. Los dos grandes partidos kurdos abogan por ello, mientras el movimiento sadrista se opone. Y EEUU presiona para quedarse.

Un arsenal incautado a Irán en 2009 estalló en la base naval Evangelos Florakis, cerca de la localidad de Zygi (sur), dejando un saldo provisional de doce muertos, entre bomberos y soldados. Fuentes oficiales evocaron un incendio forestal cercano como el origen del accidente. Las explosiones afectaron a la muy turística localidad pesquera, forzaron a detener la actividad de la principal central eléctrica de la isla, provocando graves y masivos cortes de luz, y obligaron a cortar la carretera más importante, que comunica la capital, Nicosia, con la segunda ciudad chipriota, Limassol. El arsenal iraní fue requisado en 2009 cuando era trasladado en un barco con bandera chipriota a Siria. El ministro de Defensa presentó su dimisión.