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Crónica | Cursos de verano en el Palacio Miramar

Buena fe del profesor Ibarretxe y sentido común del experto Currin

Dentro de los Cursos de Verano organizados por la UPV-EHU en el Palacio Miramar, Juan José Ibarretxe y Brian Currin compartieron ayer tribuna.

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Iñaki SOTO

El tema del curso dirigido por Xabier Insausti es «Euskal Herria: errealitatea eta utopia». Siguiendo ese hilo conductor, Ibarretxe se centró más en las utopías viables, mientras que Currin ofreció una dosis de realismo en lo que a conflictos políticos y su resolución se refiere, con cantidad de ejemplos sobre la transformación política en Sudáfrica y el norte de Irlanda.

Ibarretxe mostró su característica buena fe en la charla titulada «Orain bai... egia bihur daitezken utopiak». Íntegramente en euskara, comenzó con una declaración sobre su vocación de profesor y su voluntad de no regresar a la política, que enfatizó posteriormente en respuesta a una petición del público. Sonó sincero, aunque a la salida más de uno recordó a James Bond y su famoso «nunca digas nunca jamás». Aún menos en política.

En su ponencia, Ibarretxe criticó el neoliberalismo y defendió que el crecimiento debe ir acompañado de desarrollo y estar destinado a buscar la felicidad. En ciertos momentos parecía más la clase magistral de un profesor especializado en inteligencia emocional -eso sí, aplicada a la política- que la charla del lehendakari que hace dos años fue desbancado de ese cargo pese a ganar las elecciones y que dejó pendiente una consulta sobre el derecho a decidir. Precisamente, defendió que el derecho a decidir será una de las claves del futuro. No obstante, según él, ese tema tendrá mayor relación con el debate sobre la democracia que con el de la identidad.

Su charla fue en gran medida un compendio de citas de pensadores ilustres, entre los que cabe destacar a Hessel, Stiglitz, Obama o Mandela. Como curiosidad, mencionó una frase de Einstein sobre la necesidad de cambiar para encontrar nuevas soluciones similar a la que Arnaldo Otegi utilizó en su alegato la semana pasada, aunque no exactamente la misma.

Sobre la situación política actual, Ibarretxe cree que, además de la paz, debe haber un acuerdo entre vascos, siempre bajo la asunción de que aquí existe un pueblo, y posteriormente ir a Madrid a defenderlo y negociar su desarrollo. En general, se mostró optimista.

Reivindicó la necesidad de sumar más de un 60% de la sociedad en torno al derecho a decidir, aunque en el Estado español eso no garantiza su consecución. Su propia trayectoria política es un claro ejemplo de ello, a lo que él puntualizó que hasta el momento nunca ha habido un intento serio de ir juntos a Madrid con ese programa. Si bien antes lo había mencionado, en este punto obvió el caso del Estatut de Catalunya, que tuvo el apoyo casi unánime de los representantes y de la mayoría de la sociedad catalana y, sin embargo, aún resuena el portazo del Tribunal Constitucional a esa voluntad ciudadana. Como contrapunto, Ibarretxe dio mucha relevancia a la postura de Barack Obama respecto a Puerto Rico.

Como conclusión, y parafraseando el libro de Iñaki Iriondo dedicado a la figura del lehendakari, Ibarretxe sigue sin definir cuál es el camino que lleva del querer al poder. Lo cual no quita para que muchos de los planteamientos que hizo ayer sean pertinentes y acertados.

Lecciones universales

Brian Currin desgranó nueve requisitos para la resolución de conflictos. Ahondó en la necesidad de que las partes prefieran una resolución negociada a un esquema de seguridad o enfrentamiento; la importancia del apoyo de las bases a los líderes de ambas partes -incluida la Policía y las FFAA en el caso del Estado-; el compromiso con una visión compartida de futuro; un liderazgo clarividente; un contexto de confianza y lograr un cierto equilibrio de poder entre las partes; la transparencia; la honestidad de los medios; y la participación ciudadana.

Entre las «perlas» que ofreció como aperitivo para la conferencia de hoy, en la que hablará sobre la participación de la comunidad internacional en procesos de paz en relación con el caso vasco y español, Currin defendió, entre otras medidas, la necesaria liberación de Arnaldo Otegi, no sólo «porque lo necesita Euskal Herria, sino porque también lo necesita España».

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