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Lo nunca visto: día 12 y amanece sin ningún herido del encierro en el hospital

Ramón SOLA

Seis toros en un túnel estrecho de 850 metros de largo, rodeados por unos 4.000 humanos. Cinco carreras seguidas. O sea, casi un cuarto de hora ya de convivencia obligada. Pues bien, hoy es día 12 y no hay nadie ingresado en el hospital. Sólo dos cornadas, sin gravedad, en el ciclo sanferminero. Tres días seguidos sin ninguna, y en pleno fin de semana. Ningún toro rezagado en cinco días. Sí, los milagros existen.

En las últimas horas han sido dados de alta los heridos en las primeras carreras que seguían siendo atendidos. Los más graves, los del día 8. Como quiera que ayer sólo hubo dos traslados por cuestiones sin importancia, hoy es el día en que el parte médico de los encierros está inmaculado. Nadie recuerda algo igual.

El único afectado de cierta consideración ayer tiene 29 años y es vecino de Madrid. Lo llevaron al Hospital Virgen del Camino con un golpe en la pierna. Una nimiedad. Y más aún si se tiene en cuenta cómo fue la carrera, barrida de principio a fin por un toro que decidió separarse de sus compañeros e ir a la aventura por delante desde los primeros 50 metros.

El burel, fino para lo que se estila en Iruñea pero con unas astas que daban pánico, se pasó los siguientes 800 metros dando empujones a quienes no podían seguir su endiablado ritmo. Lo más peligroso fue al final de Santo Domingo, donde se topó de bruces con un mozo ciertamente despistado que no le vio llegar.

Después, al inicio de la calle Estafeta, el burel se fue al suelo hasta dos veces consecutivas en pocos metros, pero se levantó tan rápido como había caído. Un pedazo de atleta. Si no hubieran terciado estos tropezones, probablemente se habría metido en el ruedo en 1.50 aproximadamente.

El aprendiz de Usain Bolt hizo que la manada se alargara mucho. Un chollo para los habituales de Estafeta, que tuvieron hasta tres ocasiones de entrar en las astas. La primera con él, aunque su velocidad no daba opción a disfrutar durante mucho tiempo; la segunda, con un compañero que intentó seguir sus correrías; y la tercera, ante el grueso de la manada.

Ni con multas

En el ruedo, lo de todos los días: mozo con ganas de protagonismo que se la juega citando a las reses con alevosía.

La Policía Municipal se ha puesto seria con el tema. Nada más encerrarse a los seis morlacos, el joven fue agarrado por un pastor que lo puso en manos de la autoridad. La multa en estos casos se eleva a 1.500 euros. Pero ni por ésas.

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