Ganar tiempo para la normalización, la paz e incluso para la izquierda abertzale, ha sido una de las argumentaciones empleadas por el PNV para justificar sus pactos con el PSOE que han permitido la continuidad de José Luis Rodríguez Zapatero en la Moncloa. Hasta lo han presentado como una petición del propio independentismo e incluso, en ocasiones, se lo han echado en cara.

Bien está que el PNV haya ganado ese tiempo y que incluso se hubiera podido utilizar para la legalización de Bildu, aunque no esté tan claro si ésta era la pretensión final de las partes. Entra también dentro de la lógica política, conocida la trayectoria de los últimos años del PNV, que insista con vehemencia en que ETA anuncie el cese definitivo de su actividad armada. Además, son comprensibles algunas de sus urgencias pidiendo movimientos antes de que el PP pueda ganar las próximas elecciones españolas. Lo que ya no es tan entendible, al menos en un partido nacionalista vasco, es que en su catálogo petitorio no haya ninguna demanda pública en este terreno hacia el Gobierno de Zapatero de cara a los meses que le quedan en la Moncloa. Le ha concedido tiempo, sí, pero ¿tiempo para qué? ¿No debe Madrid realizar ningún movimiento hacia la normalización política de este país? ¿Es sólo un deber de ETA y la izquierda abertzale seguir dando pasos unilaterales?

Y, junto a todo esto, también se echa de menos que el presidente del EBB, Iñigo Urkullu, tan presente en tantos medios, muestre cuál es la hoja de ruta de su partido hacia la paz y la normalización política de Euskal Herria en este momento concreto.