Kike Sola no se había cansado de repetir su intención de renovar con Osasuna, que tampoco quería dejar escapar a su máximo realizador de la pasada temporada, pero faltaba el acuerdo definitivo, la oficialización del deseo mutuo. Llegó ayer, cuando ambas partes acordaron prolongar su vinculación, que concluía al final de la presente temporada, hasta el 30 de junio de 2014. Una cláusula de rescisión de diez millones de euros evitará que el futuro próximo del cascantino pierda el color rojillo, salvo considerable rascada de bolsillo.

Sola, que estampará su firma en el nuevo contrato en cuanto el equipo regrese de Italia, se reconoció «muy contento» por el acuerdo que considera «bueno para ambas partes». «Las cosas se han hecho con tranquilidad y, al final, todo ha salido como yo quería. Estoy feliz porque en Osasuna estoy muy a gusto», aseguró el delantero, que nunca había ocultado su deseo de permanecer en el club. Recurriendo incluso a las redes sociales, como cuando el pasado mes de junio y ante los rumores que hablaban de un enfriamiento en sus negociaciones con el club iruindarra, tweeteaba su «único deseo de renovar con Osasuna y seguir dándolo todo por mi gente». Reconocía entonces su intención de tomarse la renovación con calma e intentar cerrarla a la vuelta de vacaciones, pero también recordaba que «incluso en los peores momentos, cuando nadie contaba conmigo y muchos me empujaban para salir, fui yo el que decidió quedarse, seguir entrenando al máximo y poder ayudar a Osasuna cuando llegase mi momento, como además de mi deseo era mi obligación».

Y es que el transitar del ariete por el primer equipo rojillo no ha sido precisamente un camino de rosas. Tras un efímero paso por Lezama y su regreso a casa para jugar en el Aluvión, llegó a Tajonar en categoría juvenil. Allí conoció a José Ángel Ziganda, que también se lo llevó al Promesas e incluso le hizo debutar en Primera. Fue en junio de 2007 y Sola no podía imaginar un mejor estreno: Osasuna se impuso al Betis por 0-5, incluyendo dos goles del propio jugador cascantino.

Pero tan prometedor debut no tuvo la continuidad esperada. Sobre todo en la temporada 08/09, su segunda campaña en el primer equipo, que cerró con escasa participación y ningún gol. Le tocó, como a otros, reivindicarse en la lejanía, pero sus cesiones a Numancia y Levadiakos tampoco se saldaron de forma positiva.

El pasado verano, el ariete regresó a casa con la intención de quedarse, aunque ésa no fuera la idea de José Antonio Camacho que, efectivamente, le convirtió en uno de los habituales de la grada. Pero el técnico murciano tuvo que hacer las maletas y su relevo acabó por convertirse en un punto de inflexión en la trayectoria de Sola.

El pasado mes de marzo, 23 meses después de que lo hiciera en Valladolid, el cascantino regresaba a un once titular. Una semana después repetía, ya en el Sadar. Y comenzaba su idilio con la grada y con el gol, al convertirse en protagonista de los tres tantos que su equipo le hizo al Racing: marcó el primero, provocó el penalti del segundo y participó en la jugada del tercero. Su trayectoria, esta vez, no sufrió interrupciones, lo que le permitió acabar la temporada como un habitual en las alineaciones de José Luis Mendilibar y establecer un récord de rentabilidad, al convertirse en el máximo realizador del equipo.

El premio, para el delantero y para el club, llegó ayer con su nuevo contrato.