Crisis económica
Madrid entra en la zona de riesgo de rescate pese al acuerdo en Washington
Los inversores continúan apretando las clavijas a la deuda pública española. Los Bonos a 10 años se vendieron ayer hasta al 6,2%, con una prima de riesgo que tocó techo por encima de los 400 puntos básicos. Las alarmas se dispararon en Madrid, aunque se trató de trasladar un mensaje de tranquilidad y confianza. Desde Bruselas se descartó que se contemple un rescate del Estado español, Italia o Chipre, que también sufren apreturas para conseguir liquidez.
Imanol INTZIARTE | DONOSTIA
Economía y confianza son conceptos íntimamente ligados. Nadie presta dinero si no confía en que le sea devuelto. Nadie invierte en un negocio si no confía en que obtendrá una ganancia. De ahí que el repunte que sufrió ayer la prima de riesgo española fuera respondida con continuos llamamientos a la tranquilidad.
Empezando por el Gobierno de Madrid, que apeló a circunstancias ajenas al Estado español, concretamente a la «enorme inestabilidad, en gran parte derivada de la situación producida en los EEUU» en torno a los apuros para incrementar el techo de su deuda.
Y siguiendo por la Comisión Europea, cuya portavoz de Mercado Interior y Servicios, Chantal Hughes, descartó de plano cualquier tipo de rescate. «No está sobre la mesa», zanjó con una rotundidad que hizo extensiva a Italia y Chipre, también castigadas en los mercados.
Lo cierto es que las alarmas se dispararon de buena mañana, cuando la prima de riesgo española alcanzó su récord desde la creación del euro, situándose en los 403 puntos básicos. La presión se rebajó con el transcurrir de las horas, hasta instalarse al cierre en los 386 puntos básicos, que aun y todo continúa siendo una cifra muy alta.
Al parecer, los rumores sobre una posible adquisición china de deuda española fueron el motivo de este ligero descenso. El Tesoro afrontará mañana una nueva prueba de fuego con una subasta de bonos a 3 y 4 años con la que espera recaudar entre 2.500 y 3.500 millones de euros.
La situación actual se asemeja a la de las jornadas previas a la aprobación del segundo rescate a Grecia. El lunes 18 de julio, la prima de riesgo española alcanzaba los 366 puntos básicos, lo que entonces era su techo.
El 22 de julio, tras el acuerdo para un segundo bloque de ayudas al país heleno, la prima de riesgo registraba un descenso hasta los 255 puntos básico. Fue flor de un día. Una semana después, el 29 de julio, ya volvía a situarse por encima de los 350 puntos.
Aplazamiento vacacional
La crisis es tal que el presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, retrasó el inicio de sus vacaciones en Doñana para seguir desde Moncloa, colgado del teléfono, la evolución de los datos económicos.
Además de mantenerse en permanente contacto con los responsables económicos de su Ejecutivo, Zapatero también informó de la situación al presidente de la Comisión Europea, Jose Manuel Durao Barroso, y a los líderes de los principales partidos con presencia en las Cortes españolas, entre ellos el presidente del Euzkadi Buru Batzar del PNV, Iñigo Urkullu.
Ramón Jáuregui, ministro de Presidencia, apuntó a EEUU al señalar que «estamos sufriendo probablemente un contagio de circunstancias que son completamente ajenas a España». Como si se tratara de una tormenta de verano, aseguró que el Ejecutivo de Madrid afronta la situación con «tranquilidad relativa» y descartó nuevos ajustes de gastos. «España sigue haciendo sus deberes», zanjó.
Un discurso similar al que llegó desde Bruselas. La Comisión Europea, amén de descartar nuevos rescates de alguno de sus socios, desmintió la posibilidad de que el Estado español e Italia vayan a ser eximidos de pagar su parte del próximo tramo de la ayuda a Grecia.
«Esos rumores no tienen fundamento», aseveró Chantal Hughes. El tiempo da y quita, pero cabe recordar que durante muchas semansas también se aseguró que no se iba a reestructurar la deuda griega.
El culebrón en torno al incremento del techo de la deuda estadounidense vivió ayer su último capítulo con la aprobación, primero en el Congreso y luego en el Senado, del plan acordado entre la Casa Blanca y los líderes de los dos partidos. El Congreso, con mayoría republicana, se antojaba como el escollo más complicado de superar. El acuerdo fue respaldado con 269 votos a favor y 161 en contra. En las filas del Partido Republicano hubo 174 «síes» y 66 «noes», mientras que en el Partido Demócrata hubo división al 50%, con 95 votos para cada opción.
Es un claro reflejo de a quién satisface más el acuerdo, tal y como evidenció el presidente de la Cámara, el republicano John Boehner, quien se declaró «muy feliz». La cita estuvo marcada por el regreso de la demócrata Gabrielle Giffords, recuperada de las graves lesiones cerebrales provocadas por los disparos de un hombre armado que acabó con la vida de seis personas el pasado 8 de enero en Arizona.
Horas después llegó el turno del Senado. La iniciativa necesitaba el respaldo de 60 de los 100 senadores, y finalmente obtuvo 74 votos favorables y 26 en contra, aunque tanto el jefe de la mayoría demócrata, Harry Reid, como el de la minoría republicana, Mitch McConnell, afirmaron que el pacto no les satisface.
Solventados ambos trámites, Barack Obama compareció ante los medios en los jardines de la Casa Blanca. El presidente estadounidense explicó que «este acuerdo garantiza una reducción del déficit de más de dos billones de dólares. Es un primer paso importante para que, como nación, vivamos de acuerdo con nuestros medios». No obstante, aseguró que el documento aprobado «permite que continuemos haciendo inversiones clave en asuntos como la educación y la investigación, que conduzcan a nuevos empleos, y garantiza que no estemos recortando gastos de forma muy abrupta mientras la economía se mantiene frágil».
Obama instó a ambos partidos a que «trabajen juntos en un plan más amplio para reducir el déficit, lo que es importante para la salud a largo plazo de nuestra economía. Como no se puede cerrar el déficit sólo con recortes fiscales, necesitaremos una respuesta equilibrada en la que todo esté sobre la mesa. No podemos equilibrar el presupuesto sobre las espaldas de las mismas personas que más han sufrido esta recesión».
Este acuerdo, obviamente, no borra de un plumazo los problemas. El secretario del Tesoro, Timothy Geithner, no descartaba una rebaja en las calificaciones de las agencias de rating. El desempleo está en el 9,2% -hay más de 15 millones de desempleados- y ha subido a más de seis meses el período medio para obtener un nuevo puesto de trabajo, al tiempo que existe un nivel muy alto de endeudamiento en los hogares. Bill Hassiepen, vicepresidente de la firma calificadora Egan Jones, resumió ayer así la situación: «La economía de EEUU crece muy lentamente y el Gobierno sigue pidiendo prestado demasiado para pagar sus cuentas». Imanol INTZIARTE