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Floren Aoiz www.elomendia.com

La banda de los resentidos

Es hora de decir a los resentidos que no son tiempos para las revanchas, los odios, las obsesiones ni los sectarismos. Este país no necesita nuevos chiringuitos, sino sumar y materializar el cambio

La expresión no es mía, sino del inolvidable Idigoras. Él la usaba con asiduidad para referirse a quienes por diversas razones estaban resentidos con la izquierda abertzale y convertían ese resentimiento en motor de sus comportamientos. Podríamos tomarlo por una gracia más, pero en realidad era una agudísima observación política. El resentimiento con la izquierda abertzale existe y sigue siendo, por difícil de entender que resulte, la clave de algunos comportamientos que perviven en el país. Que se lo pregunten a los de Hamaikabat, que han pasado de partidico a plataformica, acaso pensando que con el cambio de look cortaban el cordón umbilical con sus miserias.

Pero, al loro, ellos no son los únicos. Los resentidos son unos cuantos y pueblan todos nuestros territorios. Ya sé que no me van a hacer ni caso, pero ¿por qué no denominan, directamente y sin complejos, «los resentidos» al grupo, partido, plataforma, peña, cuadrilla o tuna, que van a conformar los «independientes» de Nafarroa Bai? Sería clarificador y muy descriptivo, porque si algo les caracteriza es su obsesivo resentimiento con la izquierda abertzale, a la que odian visceralmente, algunos desde el albor de los tiempos.

De optar por ese nombre ya no tendrían que deslomarse para simular algo parecido a un proyecto político propio. No sería necesario que fabularan un discurso diferente a lo que realmente es su razón de ser: dar rienda suelta al resentimiento con la izquierda abertzale. En resumen, todo sería más claro y habría, por lo menos, que agradecerles un arranque de sinceridad. Por agradecerles algo, claro, porque hay que tener narices para crear un chiringuito nuevo cuando la sociedad demanda reunir fuerzas y sumar voluntades. Y precisamente en Navarra. Y de la mano de algunos «independientes» bastante dependientes de cierto partido.

Estamos asistiendo a un cambio impresionante en el escenario político. Existe la posibilidad de hacer visible una gigantesca movilización de fuerzas progresistas y abertzales, que puede expresarse incluso como primera fuerza electoral y, en todo caso, obtendría un apoyo popular histórico. Ante esta oportunidad, cuando la sociedad reclama compromisos, audacia e inteligencia política para sumar y construir, los «independientes» montan otro tinglado para pinchar el globo y contribuir a arruinar las expectativas.

Nos vendieron una Nabai transformadora e integradora, comenzaron por cerrar las puertas a la izquierda abertzale y llegaron a echar a patadas a EA. Ahora, ¡qué cosas! hasta los de Aralar les sobran. Si les dejan van a superar la célebre escena de La vida de Brian sobre la división en los movimientos palestinos. Si les dejan, o si les dejamos. Ya va siendo hora de decir a los resentidos que no son tiempos para las revanchas, los odios, las obsesiones ni los sectarismos. Este país no necesita nuevos chiringuitos sino sumar y materializar el cambio. Y ellos también tienen su sitio en esta reunión de voluntades. Un sitio y un papel que el resentimiento les está impidiendo asumir.

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