Durante estos días de verano muchas personas jóvenes siguen acudiendo a fiestas de diferentes pueblos de Navarra. Con ropa blanca y pañuelo atado al cuello la diversión se viste de rojo y está garantizada: conciertos, peñas, actos taurinos, atracciones, comidas populares, torneos, amistades, familia y la posibilidad de conocer a mucha gente. Las fiestas invitan a que seamos más extrovertidos y extrovertidas, nos olvidemos de asuntos como el fuerte desempleo juvenil, la dificultad cada vez mayor de emanciparse, la incertidumbre laboral... la alegría de las fiestas nos dan un respiro y parece que todo es posible y mejorable.

Pero el rojo amable de la fiesta tiene también su lado más oscuro: la violencia, la desigualdad, el machismo y en conse- cuencia un cócktel nada refrescante pero que cada año nos obligan a tomar. Hablamos de víctimas por violencia machista. No hay excusas para este tipo de agresiones, no es el alcohol, no es que la chica bailaba de una forma provocativa, que vestía ligera de ropa, que se estaba insinuando, que le había invitado a ir a su casa... No, no no e infinitas veces ¡¡¡No!!!

La víctima no provoca, si llegado un punto la chica dice que no, hay que respetarla. Si la respuesta no nos ha gustado, cómo asumirlo es nuestro problema, eso sí, sin hacer daños a terceros. El machismo todavía no se ha extinguido y entre los y las jóvenes quedan muchas muestras de ello. El Consejo de la Juventud de Navarra cree firmemente en que las principales armas para combatir esta lacra son la denuncia, la sensibilización, las leyes, el apoyo de todas las instituciones, los poderes públicos y la ciudadanía. Crear espacios de fiestas seguros, donde se aplique el protocolo de actuación existente para que no sucedan este tipo de agresiones es primordial: iluminación de puntos negros, teléfonos de atención a las víctimas en los sitios de más afluencia social (bares, baños, conciertos...), vigilancia de las fuerzas de seguridad, profesionales que den atención a las víctimas, etc. Desde el CJN animamos a que las personas jóvenes contribuyan a terminar con esta lacra social para que no se silencie; dándole la importancia que se merece, denunciando, manifestándose y rechazándola socialmente.