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Martxelo Díaz | Periodista

Unas fiestas sin igual

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Estás dispuesto a ir a Gasteiz el fin de semana para trabajar reforzando el equipo de fiestas?». La propuesta que llegó al buzón del correo electrónico podía sonar amenazadora pero, como dice un compañero, sólo había una respuesta posible: «¡Por supuesto!». Y más cuando el viernes habían organizado ya una cena -realmente fue un bocadillo para mantener el pH- con vueltilla a las txosnas incluida en el itinerario festivo.

Al final, la vueltilla se complicó más de la cuenta, especialmente para algunos, que aprovecharon como si les fuera la vida en ello el afortunado hecho de tener fiesta el fin de semana. La pena que tienen es que deben reincorporarse hoy al trabajo porque, si no, se empadronarían en la Kutxi.

Volver a escribir de fiestas después de la sobredosis de sanfermines y, sobre todo, cuando no son las de tu ciudad y hay cosas que no acabas de comprender -como que media Gasteiz odie a los blusas o que la gente se queje de que las txosnas estén lejos cuando a cien kilómetros brillan por su ausencia- se antoja una tarea titánica, pero la montaña más alta se empieza a subir con un primer paso.

Tener la delegación en pleno centro de la ciudad y a un paso de las calles en las que reina el jolgorio es un primer ingrediente que garantiza que la receta va a salir bien.

Otro condimento es la inmensa amabilidad de los gasteiztarras. Y no es un tópico para quedar bien. La otra noche comentaba con una amiga de Iruñea que es supercurioso que, estando el sábado a la noche en un abarrotado bar de la Kutxi, la gente te pida perdón cuando te empuja al intentar entrar. En Iruñea, nadie pide disculpas ni aunque te hayan echado por encima medio pozal de kalimotxo, hielos incluidos.

Y la guinda la ponen los compañeros de trabajo, que te acogen de una manera impresionante y no te dejan ni pagar el café que echan a media tarde. ¡Unos titanes!

Pero todo lo bueno se acaba. Se terminó el fin de semana y hoy es de nuevo lunes. Hay que volver a la rutina del trabajo habitual, aunque nos cueste, que nos costará. Al menos nos podremos consolar con el hecho de que el verano no se ha terminado y que todavía nos quedan muchas y buenas fiestas en la geografía de Euskal Herria.

 

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