CRÓNICA | batalla campal en tottenham y Wood Green
La muerte de un joven durante una detención incendia el norte de Londres
Un incidente aislado o el inicio de un verano de indignación? Los incidentes de Tottenham y Wood Green son síntoma de una situación predestinada a estallar. El detonante fue la muerte de un vecino a manos de la Policía, pero las causas son la pobreza y desarraigo endémico de grandes sectores de la población de estos barrios del norte de Londres.
Soledad GALIANA
La jornada de ayer amaneció en Londres con imágenes que, como apuntaba un tendero de origen somalí, más podían esperarse en Mogadiscio que en la capital británica. Cerca de él un grupo de residentes se reunía para supervisar los aún humeantes esqueletos de los edificios y vehículos incendiados, y las tiendas saqueadas. En el centro de la calle, unos hierros calcinados que pertenecieron a uno de los típicos autobuses de dos pisos. Unos metros más allá, un coche también calcinado, que se adivinaba de Policía por los restos de sus dispositivos de luces en el techo.
Todo ello era el resultado de una noche de graves enfrentamientos entre vecinos y policías en los suburbios londinenses de Tottenham y Wood Green, que hasta el momento se ha saldado con más de cuarenta y dos detenidos por desórdenes violentos, robo y hurto, y veintiséis policías heridos.
Las brigada de bomberos de Londres registró cerca de cincuenta salidas durante la noche a consecuencia de los múltiples incendios.
Los enfrentamientos se produjeron después de una manifestación pacífica frente a la comisaría de la Policía londinense, en la que los vecinos de la barriada del norte de la ciudad exigían conocer la verdad sobre la operación policial que el jueves se saldó con la muerte de Mark Duggan, de 29 años de edad y padre de cuatro hijos.
Duggan murió en el acto en lo que la Policía ha descrito como un tiroteo en el momento en el que la Unidad Especial Trident de Scotland Yard, que investiga crímenes violentos en la comunidad afro-caribeña británica, iba a proceder a su detención. Duggan falleció en el interior del taxi en el que viajaba, mientras que un oficial de Policía resultó herido leve cuando una de las balas golpeó su radio durante el supuesto enfrentamiento.
La Comisión Independiente de Quejas contra la Policía se desplazó a investigar el incidente, tal y como es habitual en estos casos, pero la celeridad de su presencia en el área despertó la sospechas de los medios y los vecinos. Miembros de la Comisión retiraron una bala y un arma del lugar donde tuvo lugar el tiroteo, y explicaron que todo indica que uno de los policías efectuó dos disparos.
Las contradicciones entre los testimonios de los testigos presenciales no tardaron en aflorar. Unos afirmaban que la Policía disparó a un hombre que se encontraba caído en el suelo, mientras otros aseguraban que el disparo inicial salió del interior del taxi.
De una u otra forma, lo que sí es cierto es que la familia de Duggan tuvo que esperar treinta y seis horas para identificar su cuerpo. Y es precisamente esa confusión en torno al relato de hechos y la falta de tacto de las autoridades, junto a la creciente desconfianza hacia la Policía, la chispa que algunos miembros de esta comunidad -acuciada por el desempleo, la violencia callejera, el absentismo escolar y la clausura de proyectos juveniles debido al recorte presupuestario del Gobierno conservador-liberal- necesitaban para desencadenar su enfado.
La Policía metropolitana, que desatendió la llamada de los manifestantes que durante la tarde se habían concentrado para exigir información sobre la muerte de Duggan, admitió que no había anticipado los incidentes posteriores y alegó que la protesta pacífica de la familia del fallecido había sido «secuestrada por una pandilla de matones descerebrados» y que la situación se había disparado.
El comandante Adrien Hanstock dijo que la muerte de Mark Duggan es lamentable y trágica, pero añadió que eso «no le confiere a una minoría el derecho de destruir negocios y robar a la comunidad local». «No había ninguna señal de que la protesta fuera a degenerar a estos niveles de desorden violento y criminal que hemos visto», destacó Hanstock.
Sin embargo, líderes comunitarios ya habían advertido de la creciente tensión a consecuencia de la muerte de Duggan y por la falta de comunicación y apoyo a su familia.
Nims Obunge, un clérigo presente durante la protesta ante la comisaría de Policía, señaló que la comunidad y la familia necesitan respuestas. «Yo estaba allí cinco horas antes de que se iniciaran los incidentes. Alguien murió el jueves, se le disparó a un hombre en nuestra comunidad y la comunidad pide justicia», manifestó.
«No recibieron las respuestas que querían. ¿Por qué no se ha apoyado a esta familia? ¿Por qué no han recibido el apoyo debido? Estuvieron cinco horas en la puerta esperando que se reconociera su presencia», denunció.
La Policía se escuda en los procedimientos habituales en estos casos, que les prohíben hablar con la familia.
Precisamente, se especula con que los incidentes pudieron iniciarse tras un intercambio de palabras entre una quinceañera presente en la protesta y varios agentes, a raíz de lo cual grupos de jóvenes habrían incendiado dos coches patrulla.
Algunos otros, como el parlamentario David Lammy, apuntaron en otra dirección al responsabilizar de los incidentes a personas que «no eran de Tottenham» y que, según afirmó, se habían desplazado hasta el barrio con la única intención de «robar y participar en los disturbios».
Mientras tanto, el alcalde de Londres, el conservador Boris Johnson, se limitó a declararse «consternado por las escenas de violencia y destrucción».
La Policía intensificó la presencia de sus patrullas por el norte de la ciudad durante la jornada de ayer. El comandante Adrien Hanstock asumió que no habían previsto que la protesta por la muerte de Mark Duggan «degenerara en violencia».
Las autoridades temían que los enfrentamientos se extiendan a otras zonas de la ciudad. Anoche, Scotland Yard informaba de que varios jóvenes habían quemado un coche policial en Enfield, otro barrio humilde del norte de Londres.
El Gobierno británico calificó de «absolutamente inaceptables» los disturbios. La titular de la cartera de Interior, Theresa May, manifestó que «tal desprecio por la seguridad pública y la propiedad es intolerable».
Casualmente, el sábado el Athletic disputó un encuentro amistoso contra el Tottenham Hotspur (también conocido como Spurs) en el estadio de White Hart Lane. El partido concluyó poco antes de que se iniciaran los incidentes.