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SE DESPRENDE OTRO PEDAZO DEL CAPITEL DEDICADO A DAVID

El claustro de la catedral de Tutera se sigue pudriendo

El tratamiento con productos químicos para preservar el claustro románico de la catedral de Tutera envenenó las piedras hace casi sesenta años. Desde entonces, el cemento aplicado se expande desde el interior de las esculturas, reventando los capiteles del siglo XII desde el interior sin que nadie consigne una partida para frenar su deterioro.

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El claustro de la catedral de Tutera alberga lo que probablemente sea el mejor y más completo conjunto escultórico del Románico en Euskal Herria. Se trata de 40 capiteles historiados en los que se narra el nuevo testamento, como si se tratara de un cómic tallado en la piedra. Era la forma que había de explicar quién era y qué hizo Jesús entre una comunidad analfabeta. Tutera era en aquella época una de las ciudades más importantes de Euskal Herria. Sancho el Fuerte probablemente nació en ella. Y es la plaza que eligió para vivir. El Fuerte reinó entre 1194 y 1234 sobre un reino que abarcaba, además de Nafarroa Beherea, toda Gipuzkoa y la mayor parte de Araba. En Bizkaia, era navarro Durangaldea. Aunque, para hablar con propiedad, habría que enmarcar el claustro de Tutera en la época de Sancho el Sabio, turbulenta en cuanto a fronteras y guerras con castellanos y aragoneses, pero de un enorme esplendor cultural, alentado por el sistema tributario que diseñó el rey. Sancho VI, además, fue el primero en abandonar el título de Rey de Pamplona, para hacerse llamar Rey de Navarra.
 Según señalan los expertos, en el claustro de Tutera conviven esculturas de factura pobre con otras «magníficas». Entre las segundas, destaca el capitel de David, del que apenas hace dos semanas ha vuelto a desprenderse un pedazo. La explicación que se ha dado es que en el conjunto escultórico trabajaron juntos maestros y aprendices y, aunque todos forman parte del mismo cómic, conviven técnicas depuradas y otras más bastas. Se ha llegado a afirmar también que el magister que diseñó el conjunto escultórico vino de Santiago de Compostela, al que después se le sigue la pista en la Seo de Zaragoza.

Hay tallas que narran la vida de Jesús, desde las bodas de Caná a la pasión, pasando por el lavado de los pies. En otras aparece San Juan Bautista predicando o Salomé bailando para Herodes antes de rogarle la cabeza de San Juan. El conjunto se completa con otras tallas meramente decorativas.

Y todo esto es lo que va camino de perderse para siempre, y lo que debe remediarse lo antes posible, según denuncian las asociaciones sin ánimo de lucro Astrolabio (Nafarroa) y Amigos del Románico (Estado español). La piedra tiene una enfermedad muy poco común. Al principio, los técnicos estaban desconcertados. No se enfrentaban a algo que hubieran visto, un problema de sales o de simple humedad. Los capiteles se rompían en fragmentos que caían a plomo, compactos. Hace 50 años, estos capiteles se intentaron fijar aplicándoles un cemento. Ahora ese cemento es el culpable de que salten en pedazos. Al parecer, está provocando que la piedra crezca. El cemento contenía sales de magnesio que empujan hacia arriba las piedras.

El capitel es la última piedra, la que está colocada más arriba de cada columna del claustro. Su función arquitectónia es la de contener toda la presión de los arcos, que son los que soportan y canalizan sobre los capiteles el peso del tejado. De esta forma, con el cemento empujando hacia arriba y el peso del edificio haciendo la fuerza contraria, las esculturas de 800 años revientan de forma paulatina, pero irremediable sin una actuación contundente. Su deterioro no se produce de un día para otro, pero sí a velocidad suficiente como para encender todas las alarmas. De momento, la enfermedad del claustro de Tutera se combate con parches, promesas y confusos mensajes en la prensa. Principalmente se han limitado a controlar los cambios de humedad, que agravan el problema, y colocar una redecilla en torno a las esculturas, para recoger los fragmentos.

Una gestión nefasta del problema
En setiembre de 2005, el Gobierno navarro comunicaba que el Ministerio de Cultura del Estado español solucionaría el problema. Había destinado una partida de 525.000 euros para salvar el claustro de Tutera. El entonces consejero de Cultura navarro, Juan Ramón Corpas, visto el montante que estaba dispuesto a desembolsar Madrid, se hinchó de orgullo y declaró a la prensa: «Si la aportación final no es suficiente, el Ejecutivo foral completará lo que reste». Trece meses después, el dinero desapareció. La prensa recogió así la noticia en octubre de 2006: «El Ministerio de Fomento ha anulado la ayuda de 600.000 euros prevista para restaurar el claustro de la catedral de Tudela por no haberse redactado el proyecto de reforma». Hubo que esperar dos años más para poder seguir con este culebrón. En esta ocasión, fue el ex presidente Miguel Sanz quien se puso manos a la obra, supuestamente en una reunión que mantuvo con José Luis Rodríguez Zapatero, en la que según “Diario de Navarra”, Zapatero «se comprometió» a poner el dinero sobre la mesa.

Mientras tanto, Corpas dijo haber hablado hasta en tres ocasiones con el titular de Cultura y que siempre le decía que sí, que habría dinero para salvar el claustro. Un mes después se vería el resultado de tanto esfuerzo, gracias a un pacto para sacar los presupuestos alcanzado en el Senado entre UPN y PSOE. Madrid ponía 100.000 euros. Es decir, que por no redactar a tiempo el informe de actuación, el Gobierno navarro perdió medio millón de euros, que hubieran servido para salvar el patrimonio artístico. Pero, al final, esta partida de 100.000 euros no llegó nunca a Tutera. Vista esta proyección, lo único que no es noticia es que los capiteles salten en pedazos. La verdadera noticia sería que no lo hicieran.

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