Protegidos con paraguas y bolsas de plástico, decenas de miles de estudiantes y docentes chilenos desafiaron ayer un tiempo invernal para manifestarse de forma multitudinaria, por sexta vez en tres meses, para exigir una reforma educativa que garantice la gratuidad y calidad de la enseñanza.

La federaciones estudiantiles cifraron en 100.000 el número de asistentes a la manifestación (algunos más de 40.000, según el Gobierno) que tuvo lugar un día después de que el Ejecutivo, que insiste en que la educación no puede ser gratuita, presentara una tercera propuesta para intentar poner fin a la crisis en el sector que mantiene paralizadas las actividades en varios centros chilenos.

La de ayer fue la sexta marcha nacional convocada por estudiantes y profesores en Santiago de Chile, pero la menos la décima que congrega a miles de ellos en las calles chilenas desde el inicio de la protesta a mediados de mayo. También hubo protestas ayer en Valparaíso, Concepción y Talca, donde también se reunieron miles de personas.

La Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH) y el Colegio de Profesores consideraron insuficiente la última propuesta del Gobierno.

Ésta consiste en un sistema más amplio de becas y créditos que benefician a los sectores más pobres, así como la vuelta paulatina del control de la enseñanza básica y secundaria desde los municipios, que lo tienen ahora, al Estado. Además, el Gobierno se comprometió a poner en funcionamiento una Superintendencia de Educación para aplicar la ley que impide el lucro en las universidades privadas, una de las principales reivindicaciones de los estudiantes, que critican que la educación se haya convertido en un bien de consumo y no en un derecho.

«Hay muchos vacíos en las demandas más estructurales, a las cuales el Gobierno no se ha querido referir», señaló Camila Vallejo, presidenta de FECH. «Nuestras demandas están claras y el Gobierno es el que no quiere escucharlas», dijo Vallejo.

Coincidiendo con la sexta marcha nacional, tres estudiantes del Liceo Técnico Profesional A 131, de la localidad de Buin, cumplieron 32 días en huelga de hambre y dos sin ingerir tampoco líquidos. Ayer fueron llevados al hospital con síntomas de descomposición renal y debilitamiento cardíaco. Ellos fueron los primeros en iniciar la protesta, a la que posteriormente se sumaron posteriormente una treintena de estudiantes de otros centros de la capital.