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Análisis | crisis en la zona euro

Alemania podría tener su propio 20-N si Merkel pierde más apoyo

Mientras que en los denominados estados periféricos de la zona euro se critica a los gobiernos de obrar al dictado del eje París-Berlín, en Alemania se acusa a la canciller Angela Merkel de someterse a Bruselas y pasar por encima de la autoridad del Parlamento. Merkel considera tan grave la situación que ha cancelado su viaje oficial de tres días a Rusia -uno de los principales mercados alemanes-, cuyo inicio estaba previsto para el 4 de setiembre

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Ingo NIEBEL Periodista

La crisis financiera que padecen estados como Grecia, Italia o el Estado español, pero también el francés, se ha convertido en crisis política para la canciller alemana Angela Merkel. La presidenta de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) -según la revista estadounidense «Forbes» la mujer más poderosa del mundo-, está pasando por el más débil momento de su carrera.

Su política para rescatar al euro como moneda única de la Unión Europea ha suscitado tan graves críticas desde sus propias filas que hay que preguntarse si Alemania va a tener su propio 20-N como el Estado español, es decir, si habrá que adelantar las elecciones generales del 2013.

Merkel considera tan grave la situación que ha cancelado su viaje de tres días a Moscú. La visita oficial a uno de los principales mercados alemanes estaba prevista para el 4 de setiembre. La jefa de Gobierno ha reconocido que la cancelación es «por el euro».

La moneda europea -y los mercados de valores- pueden sufrir otro fuerte revés el 7 de setiembre. Ese día, la Corte Constitucional Federal sentenciará si las ayudas financieras aprobadas para Grecia han sido conformes a la Ley Fundamental o no. El Ejecutivo se ha tenido que enfrentar a dos grupos diferentes de demandantes en el juicio.

Uno lo conforman diputados del Parlamento alemán, entre ellos el socialcristiano Peter Gauweiler (CSU), cuyo partido bávaro está unido a la CDU. Opinan que Merkel vulneró los derechos del Bundestag cuando obligó a los integrantes de los grupos parlamentarios de CDU y CSU, más al de su socio del Partido Liberaldemocrático (FDP), a hacer pasar el primer paquete a velocidad de relámpago. Además se cuestiona la pérdida de soberanía nacional como consecuencia de las decisiones tomadas en Bruselas.

Gauweiler no está solo con estas críticas. El presidente del Bundestag, el cristianodemócrata Norbert Lammert, no ha cesado de denunciar que con este estilo político la canciller no respeta ni la autonomía ni la soberanía del Parlamento frente al Ejecutivo. Ha advertido varias veces que no permitirá otro proceso exprés para que el nuevo paquete de ayudas financieras sea aprobado en un tiempo inusual para un Proyecto de Ley.

El segundo grupo de querellantes consiste de expertos económicos y empresarios que piensan que el Gobierno alemán ha atentado primero contra su derecho a la propiedad, consagrada en la constitución provisional alemana, y segundo ignorando los tratados europeos que no permiten que los estados miembros de la UE se hagan responsables de las deudas de otro socio. Cuando se inició el pleito hace un par de meses, los máximos jueces dejaron claro que no van a fallar sobre el futuro de Europa ni sobre la estrategia económica de solucionar la crisis de las deudas. Más bien definirán el procedimiento conforme a la Ley para respetar los derechos del Parlamento.

Su actitud les ha llevado a ellos mismos como demandados ante la Corte Europea de Derechos Humanos (CEDH). Un grupo de 55 empresarios opina que la Corte Federal Constitucional favorece al Ejecutivo y al «golpe de Estado» de Merkel y del presidente galo Nicolas Sarkozy. Aparte de esta batalla, que parece un tanto secundaria por el tiempo que la CEDH tarda en fallar, la sentencia de la Corte alemana podría ser tan desfavorable que la canciller ha preferido estar en Alemania y no en Rusia.

Que los partidos de gobierno se hallan al borde de un ataque de nervios lo acaba de mostrar la CSU. La televisión pública ARD ha informado de un borrador interno en el que el partido bávaro se opone al «gobierno económico europeo» propuesto por Merkel y Sarkazoy. La CSU rechaza también la instalación de un «ministro europeo de Finanzas», idea defendida por su socio, el ministro de Finanzas Wolfgang Schäuble (CDU). Tras la filtración, su secretario general Alexander Dobrindt intentó calmar el debate, hablando de «malentendidos».

Mal entendido se siente también el ex canciller Helmut Kohl, «padre político« de Merkel. La pasada semana, el veterano de 81 años llamó la atención cuando en una entrevista destacó que el actual Gobierno opera «sin brújula» tanto dentro como fuera de Alemania. Ahora Kohl matiza que sólo quería «difundir optimismo».

Ello el mismo día en el que el máximo representante del Estado alemán, el presidente de la República Federal, Christian Wulff (CDU), rechazó indirectamente los eurobonos en un discurso que pronunció ante representantes de la economía alemana. 

Antes, la ministra de Trabajo, la también demócratacristiana Ursula von der Leyen, había propuesto que Grecia avalase los préstamos con sus reservas de oro o las participaciones en empresas públicas. La idea surgió justo cuando Merkel tenía que reunirse con su grupo parlamentario, donde el número de «disidentes« se ha hecho tan grande que la canciller no puede estar segura de tener mayoría propia para aprobar las nuevas ayudas a Atenas.

«El SPD no va a ayudar a Merkel si no consigue una mayoría propia» para su proyecto de ley, advirtió el presidente de los socialdemócratas alemanes, Sigmar Gabriel. En el caso de que la canciller perdiese la votación, Alemania tendría su 20-N.

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