Daegu vivió una jornada decepcionante para varios de los atletas que han dominado los últimos tiempos. No sólo a Usain Bolt le fue mal, aunque las circunstancias fueran otras. Un rato antes Kenenisa Bekele, imbatido en los 10.000 metros y autor de momentos memorables del fondo, engrosaba la lista de los perdedores.

Reaparecía en una competición 18 meses después de su última actuación en el Cross de Edimburgo, a consecuencia de una lesión en sus gemelos que no le permitió probarse antes. Es difícil imaginar al cuatro veces campeón mundial y doble olímpico arriesgarse a perder su estatus. El dolor no le dejó terminar. «Me alegro de haber venido, quería intentarlo. No quería perderme la carrera. Todavía pensaba que tenía la oportunidad de competir. El ritmo no era muy rápido, pero empecé a tener dolores enseguida».

Los etíopes habían quedado, no iban a permitir que se les escapara el título. Bekele no podía más, así que su compatriota Ibrahim Jeilan aprovechó la oportunidad privando a Mo Farah del oro. El británico, nacido en Somalilandia, lleva un gran año. De la mano del ex cubano Alberto Salazar sigue progresando. En Europa nadie puede con él y en el mundo siempre hay algún etíope dispuesto a rendir lo necesario. En la prueba había cuatro. «Estoy decepcionado, tenía la velocidad necesaria y estaba acabando más rápido, pero no fue suficiente» ante el sprint de Jeilan. Se le pasará. Dentro de 11 meses en los Juegos Olímpicos de Londres juega en casa.

Para la brasileña Maurren Higa Maggi, vigente campeona olímpica de longitud, el palo fue mayor por no lograr culminar en la final las buenas sensaciones de la calificación. Si entonces saltó hasta los 6,86 metros ayer se estrelló en 6,17. Fue la penúltima de doce, mientras observaba como Brittney Reese defendía su título con un mejor salto de 6,82. El baloncesto perdió una jugadora y el atletismo ha ganado una buena saltadora.