RUGIDOS ROJIBLANCOS
Noventa y nueve días esperando...
Para volver a ver más de lo mismo, porque aunque es cierto que el sistema de juego ha cambiado y ha mejorado, en lo relativo a ver puerta seguimos estando igual, nos cuesta muchísimo hacer goles. El domingo, mientras los nuestros no veían puerta, los rayistas aprovechaban para perder todo el tiempo posible y conseguir rascar algo de San Mamés, mientras el de amarillo se lo permitía todo, y es que parecía que se había dejado las tarjetas por alguna txosna del Arenal la noche anterior.
Al final llegó el ansiado gol aunque, como casi siempre nos pasa, la relajación posterior nos perjudicó con un empate. En conclusión, el espíritu festivo de los bilbotarras no se vio muy reflejado en el partido del domingo, y un recién ascendido nos dejó sin dos puntos de casa.
Pero durante estos 99 últimos días han pasado muchas cosas más. Unas elecciones apuradas al máximo para arañar algunos votos y dejar poco margen de maniobra al nuevo presidente y entrenador, perjudicando gravemente al equipo que tanto -se supone- quieres, y por el que darías todo por ser presidente. Curiosas contradicciones, sobre todo habiendo tenido todo el mes de junio para haberlas convocado con tranquilidad y sin prisas.
Hemos asistido al relevo de entrenador, cambiando a uno que nos ha dejado en la UEFA por otro que, se supone, nos va a dar más fútbol, lo cual me hace dudar después de visto lo del domingo, aunque también es cierto que hay que dar tiempo al tiempo.
También estamos sufriendo la locura de los horarios futbolísticos, con los que se están cargando el fútbol, porque no se dan cuenta de que el dinero de las televisiones es muy importante, pero no puede ser lo más importante; se están olvidando de que los socios somos los que vamos al fútbol y que, con estos horarios, van a terminar por conseguir que dejemos de ir. Se está convirtiendo en una odisea compatibilizar un domingo familiar con ir a San Mamés, sobre todo si no resides en Bilbao, pero... ¡Todo sea por la pasta! Y encima hemos asistido a la estrambótica huelga de jugadores.
Para terminar, la guinda, la extraña eliminatoria de la UEFA League, en la que nos clasificamos sin jugar el segundo partido, ¡y menos mal! porque si en la ida, en San Mamés, no conseguimos meterles un gol jugando casi 90 minutos con uno más, no sé lo que hubiera pasado allí. Así que a disfrutar de la clasificación, y a ver si damos buena imagen por Europa.
Lo dicho, 99 días después... y otro año que nos quitan el tradicional partido de homenaje al socio, y ya van cuatro. Y es que ya lo decía mi querida abuela, que «las costumbres se convierten en leyes».