De Catalunya a Euskal Herria, de Euskal Herria a Catalunya, los lumbre- ras de la derecha mediática española no paran de viajar en sus obsesiones. Tienen un espacio en blanco y saben lo que les gusta a sus carcas lectores, y a ello se ponen. Ahora, a falta de carnaza vasca, andan enredados con el tema de la educación catalana. Ayer era el turno de Carlos Herrera quien, desde «ABC», afirmaba que «es materia cuanto menos opinable que la lengua vehicular de la enseñanza en una comunidad bilingüe sea una de las dos en exclusiva». Opinable, supongo que es todo, pero habrá que respetar lo que decide esa comunidad, ¿no? Parece que Herrera no lo tiene tan claro. Por eso se queja porque «en Cataluña se decidió que el catalán fuese el único vehículo de expresión en las escuelas con el teórico y bienaventurado propósito de no establecer diferencias entre los alumnos procedentes de orígenes culturales diferentes, pero con la oculta pretensión de otorgar al castellano el papel de invitado de piedra en la sociedad oficial». Vamos, que no le gusta que los catalanes hagan con su lengua lo que los segovianos, por ejemplo, hacen con la suya. Y eso que la lengua castellana no ha estado perseguida y minorizada como el catalán.

Pero claro, el periodista almeriense tira a su propio monte y apela al tópico: «aquí entra el habitual instinto de indígena amenazado que, curiosamente, exhiben algunos catalanes. Como si se tratasen de los galos de la aldea de Asterix, las autoridades y la grey nacionalista gustan de expandir la idea de que se trata de un pueblo cercano -supongo que quería decir cercado-, amenazado, al que resulta imposible desarrollar cualquiera de sus actividades históricas». Ya verán cuando le expliquen que Asterix no era galo, sino bretón...

Y concluye señalando que «cuando un tribunal ha señalado que el Estado, o sea la Generalitat, debe garantizar a aquellos que lo soliciten la combi- nación de ambas lenguas, la reacción victimista, paranoide, teatral, infantil, sobreactuada y un tanto histérica de las autoridades ha dejado a las claras que la intención educativa de los planes gubernativos no es tan beatífica como podría parecer». Está claro que él es más de la Escuela Nacional... Que alguien como Herrera hable de teatralidad y victimismo es de traca.