LA VUELTA 19ª etapa
Éxtasis en cuatro colores
Igor Antón levanta los brazos en la Gran Vía bilbaina culminando el gran trabajo de Euskaltel-Euskadi, que consigue su objetivo de cerrar la temporada con victorias en las tres grandes vueltas. La afición tapiza calles y carreteras con ikurriñas y camisetas naranjas.
Amaia U. LASAGABASTER
¿Cómo puede reconocer un tasmano la ikurriña? ¿Por qué Marzio Bruseghin llama a sus perros Hiru, Izar y Haritz? ¿Cómo es posible que el Tour, tan avaro con sus invitaciones, abriera sus puertas hace ya diez años a un equipo tan modesto como era Euskaltel por aquel entonces? ¿Cuándo se ha visto que un ciclista alemán escriba una emocionante carta de despedida a una afición que no es la suya? Bastaba con encender ayer el televisor entre las tres y las seis de la tarde para encontrar la respuesta a todas esas preguntas.
Sólo quedó una incógnita sin resolver, porque no es fácil saber si fue Euskal Herria la que vibró con el ciclismo o el propio deporte el que lo hizo con la emoción que se vivió a lo largo de los cien kilómetros de carreteras vascas que acogieron la 19º etapa de la Vuelta. Una fiesta que habría resultado espectacular de cualquier manera, pero que acabó siendo perfecta gracias a la aportación de, precisamente, un protagonista casi impensable en cualquier otra latitud: el equipo Euskaltel-Euskadi, personificado en la figura de su líder Igor Antón.
El vizcaino olvidó todas las penas que ha vivido en esta Vuelta. Olvidó, de hecho, hasta las alegrías de las que había disfrutado hasta entonces porque, como reconocía junto al podio con el vello aún erizado, nunca había vivido algo comparable a levantar los brazos en la Gran Vía bilbaina. Fue la guinda, el toque magistral que llevó al éxtasis a los miles de seguidores que habían teñido la carrera de cuatro colores. El blanco, rojo y verde entrelazados, reivindicando la grandeza de la afición vasca y algo más. Y, por supuesto, el naranja, que ayer desbancó al rojiblanco habitualmente omnipresente en la capital vizcaina.
Pero fue también el verde de la vegetación de El Vivero, prácticamente oculta ante la avalancha de hinchas. El rojo que esperaban ver en las espaldas de su ídolo, allá por el 20 de agosto, los galdakaotarras, que olvidaron todos los disgustos en cuanto le vieron pasar en cabeza de carrera. El blanco de la pintura que tapizaba el asfalto. Casi exclusivamente con tres palabras: Igor, Antón, Fuji. El resto del pelotón euskaldun se colaba por los escasos huecos libres.
Pero ni esa alfombra, ni la superpoblación de las cunetas, ni la especial motivación de los corredores vascos, fueran de naranja o no, aseguraba que la jornada fuera perfecta.
Fuga tempranera
Ni siquiera la fuga tempranera de Igor Antón, Gorka Verdugo, Marzio Bruseghin y Alexandr Dyachenko. Demasiado tempranera, apenas treinta kilómetros recorridos, para acabar bien. Pero los fugados, al menos los dos hombres de Euskaltel y un Marzio Bruseghin que no ha dejado de intentarlo un solo día en la última semana, se entendieron bien, mientras por detrás se limitaban a evitar que la diferencia fuera de escándalo.
Rozó los seis minutos cuando el cuarteto superó el Alto de las Muñecas para entrar en Euskal Herria y a partir de ahí empezó a decrecer. Pero no lo suficiente. Para cuando comenzó la primera ascensión a El Vivero era todavía de 4.40, pese a que en el pelotón, en fila de a uno en una carretera que, repleta hasta lo inimaginable, no daba más de sí, Sky tomaba el mando, consciente de que Chris Froome podía encontrarse ante su última oportunidad de ganar la Vuelta.
En el alto, la renta de los fugados ya apenas superaba los dos minutos y medio. La historia que estaba a punto de escribir Igor Antón iba a ser de suspense en sus primeros capítulos, por mucho que Dyachenko arrojara la toalla antes de salir de Bilbo, reventado con el ritmo de un Gorka Verdugo inagotable, y que Marzio Bruseghin se descolgara del galdakaotarra en cuanto cuando éste aceleró al iniciar el segundo ascenso a El Vivero.
Pero el hombre de Euskaltel tenía un plan y no iba a dejar que nada, como otras veces en su carrera, lo desbaratara cuando más cerca lo tenía. Fijó la mirada al frente, al asfalto que iba descubriendo ante sí la marea humana, y apretó los dientes.
Pasó bajo la pancarta del alto con medio minuto sobre Bruseghin y se exprimió en un terreno menos favorable para él, mientras Miguel Madariaga se desgañitaba desde el coche, para que esa renta fuera aún mayor. Lo suficiente para entrar en la Gran Vía con un nudo en la garganta y los brazos levantados para celebrar los cien metros más emotivos de su carrera. Y para completar una temporada espectacular de su equipo, que se ha apuntado victorias en el Giro -con el propio Igor y Mikel Nieve-, el Tour -con Samuel Sánchez-, y la Vuelta.
Últimas oportunidades
La fiesta fue tal que la pelea por la general casi quedó en un segundo plano. Y eso que la hubo porque, tal y como cabía prever, Chris Froome no piensa desaprovechar una sola oportunidad, ya sea en forma de sprint intermedio, rampa o bonificaciones de meta para neutralizar los escasos segundos que le separan del maillot rojo. Ayer lo intentó en las últimas rampas de El Vivero, pero esta vez Juanjo Cobo no se despegó de la rueda del corredor británico.
Y, aunque la jornada es muy diferente hoy, con la última dificultad muy lejos de la meta, es probable que el hombre de Sky vuelva a probarlo. Con 185 kilómetros íntegramente por carreteras vascas, la 20ª etapa de la Vuelta llevará a los corredores de Bilbo a Gasteiz tras pasar por los puertos de Karabieta, Elosua, Kanpazar y, a 40 kilómetros de la llegada, el de Urkiola.
El ciclista francés Romain Bardet se adjudicó la quinta etapa del Tour del Porvenir, considerada la jornada reina de esta edición, con final en el alto de Le Salève. El canadiense David Boily comanda la general, en la que el catalán de Caja Rural Jordi Simón ocupa la séptima plaza.
Ivan Basso fue el mejor en la cuarta etapa del Giro de Padania, con final en el Alto de San Valentino de Brentonico. El corredor de Liquigas pasa a encabezar la general y tiene muy cerca la victoria final, ya que la quinta y última etapa parece idónea para resolverse al sprint.
Jeannie Longo podría enfrentarse a una sanción de entre tres meses y dos años por violar las normas de localización de la Agencia Francesa de Lucha contra el Dopaje. Según publicó «L'Équipe», la campeona gala violó tres veces la normativa que le obliga a indicar su ubicación.
Jens Voigt, que cumplirá 40 años este mes, ha alcanzado un acuerdo con el nuevo RadioShack-Nissan-Trek, en el que militará la próxima temporada. «Mi sueño es traer a uno de los hermanos Schleck vestido de amarillo de Paris», aseguró el corredor alemán, «muy feliz» por seguir.