Raimundo Fitero

Diez años

Dicen que aquel 11-S de hace diez años fue el inicio de una nueva etapa, que aquellas acciones de violencia, significaron un punto de inflexión mundial, que se entró en una fase distinta de las relaciones internacionales, que se descubrió el enemigo externo necesario para cohesionar países y sobre todo, para desarrollar programas de guerra, alimentar ejércitos, ocupar países y apropiarse de los recursos energéticos.

Es curioso, pero casi todo el mundo recuerda con precisión dónde estaba aquél día, qué hacía, cómo se enteró, algunos asistieron al derrumbe en directo por televisión de las torres gemelas, pero desde entonces hasta hoy, han sido unas imágenes que se han convertido en un recurso para cambiar el clima político, para perpetuar los mensajes, para apoyar unas argumentaciones que con el paso del tiempo se quedan todavía más ofuscadas por las muchas nieblas y sospechas que las torna todavía menos claras. Sucedió, nadie lo duda, pero ¿sabemos algo  realmente seguro de lo que sucedió aquél día? ¿Y los días previos? ¿Fue una conspiración, una acción organizada por ese ente llamado Al Qaeda? Supuestamente muerto Bin Laden, ¿este aniversario significa algo más o sigue siendo el punto de apoyo para seguir con invasiones, gastos militares inusitados, derroches, dolor, pasos atrás en el propio concepto de la libertad y del propio equilibrio mundial?

Demasiadas dudas, muchas preguntas sin responder diez años después, pero a nadie se le puede ocultar que aquél miedo nos ha llevado a esta inoperancia y parálisis, y que colocar como enemigo ese difuso «terrorismo internacional islámico», no ha hecho un mundo mejor, y que probablemente esta crisis económica, tenga su fundamento en esas guerras vengativas y preventivas posteriores a aquel día que se perdió la inocencia, en que esas torres se convirtieron en polvo que se llevó parte de la historia contemporáneo y que inauguró una época de incertidumbre todavía en proceso de consolidación. Todos los medios están hablando de este aniversario, todos contribuyen a amasar las dudas, el miedo, la decepción, el recelo. Restaurar ese orden de confianza tardará décadas en lograrse.