«Trabajar de manera monográfica sería encorsetar a Balenciaga»
Nacido en Bilbo (1951), es doctor en Filosofía y Letras, ejerció como profesor de Historia Contemporánea en la UPV y es miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando desde 1995. Fue director de la Sala Rekalde de Bilbo y de la Fundación Artium de Gasteiz. Ha pasado los últimos dos años como director artístico de TEA, Tenerife Espacio de las Artes, y ahora dirige el Museo Cristóbal Balenciaga.
Ane ARRUTI | GETARIA
El 1 de agosto se incorporó a su nuevo trabajo y no ha parado desde entonces. Javier González de Durana tiene claro que para conocer a Balenciaga, el museo debe abrirse a nuevos campos y artistas. A la espera de terminar el plan museológico y a que el Patronato le dé el visto bueno, desgrana las líneas principales de su ideario.
Llega a Getaria tras una etapa más corta de la prevista en TEA de Tenerife.
Ha sido una experiencia agridulce. Ha habido factores estupendos para poder trabajar, como el edificio, el equipo de trabajo, la comunión que se pudo hacer fácilmente con los artistas, la universidad... Pero luego había cosas agrias: una falta de medios escandalosa para un edificio que era el doble que éste, los presupuestos públicos se hacían de una manera alocada, una distribución absurda y una intromisión intolerable de la política. No tenías libertad para trabajar, estabas muy vigilado constantemente.
¿Esa parte negativa es lo que le motivó a volver sin agotar el contrato?
Sí, me faltaban dos años. Se tienen que dar muchas circunstancias para cambiar, pero cuando maduré mi estado de ánimo fue justo cuando salió el concurso para la dirección de aquí. Eché mi boleto y planteé un proyecto muy básico, a expensas de conocer cuáles eran las herramientas concretas del museo. Entre los motivos para venir estaban la figura de Balenciaga, la ubicación, la posibilidad de poner un nuevo museo en marcha -el tercero o el cuarto que pongo, aunque éste ya estaba en marcha cuando vine-, y el hecho de que siempre me haya interesado el mundo de la moda.
Siempre ha estado relacionado con el arte contemporáneo, pero no tanto con la moda.
Me concentro en esta especialidad, pero para mí la moda y el vestir son arte contemporáneo. Mi idea no es plantear un Balenciaga falto de relación con otros creadores de su época y creo que el museo, para entender bien a Balenciaga, debe llegar más allá de Balenciaga, a su contexto histórico, ver qué hacían otros diseñadores de la época que dialogaban con él, ver vínculos con otros modistos de alta costura, con músicos, escultores, pintores... La idea es plantear actividades que trasciendan a Balenciaga, con otros autores y con otras disciplinas. Ahí hay un enorme campo por investigar y por descubrir. Siempre será Balenciaga pero es un Balenciaga engrandecido por el conocimiento de otros contemporáneos suyos que también fueron grandes. Se lo tengo que plantear al Patronato y espero que me den el visto bueno.
¿Un museo de autor pero con las puertas abiertas?
La idea es esa, necesito la autorización de la Fundación. También se puede trabajar de manera monográfica pero creo que sería encorsetar a Balenciaga. Un museo que se limite sólo a un autor, por muy importante que sea, pierde un cierto pulso vital para hablar de ese mismo autor. Nadie nace y crea en el vacío puro. Todo artista está conectado con mil situaciones.
Tenemos muy cerca la experiencia de Chillida-Leku, que se ha visto obligado a cerrar.
No sé si en ese caso es sólo por estar centrado en la figura de Chillida o por otros motivos. Es como si tienes en tu casa una vajilla maravillosa en un comedor fantástico pero no tienes el cocinero adecuado. Falla algo pero creo que no es Chillida, ni su carácter monográfico. Me parecería bien ver en Chillida-Leku a contemporáneos de Chillida, creo que le entendería mejor y le enriquecería. No creo que sea causa suficiente para no ser viable, habrá que mirar otras causas.
Una de las principales tareas que le han asignado es fijar el plan museológico. ¿En qué trabaja ahora mismo?
Hemos empezado con dos cuestiones que nos parecen urgentes. Una es el organigrama, quién hace qué. Somos solo siete personas, insuficientes, habrá que crecer algo en plantilla. Un museo es una institución educativa y necesitamos ya un educador. Un museo es también una máquina de comunicar y no tenemos a nadie de comunicación. Paralelamente, estamos abordando la dirección de la colección. Qué coleccionamos, sólo Balenciaga, llegamos a otros, si es así a quiénes y por qué motivo, en qué medida... Entre las demás cuestiones básicas está definir la misión del museo, la política de exposiciones será otro capítulo importante, las relaciones externas con otras instituciones, universidades, la industria local... Sería ideal que lo tuviéramos definido para poder presentarlo al Patronato en diciembre, pero igual se demora unos meses más.
Uno de los proyectos anunciados es la escuela de alta costura. ¿Qué es lo que va a ofrecer?
Más que de costura, la escuela de formación forma parte de la definición de ese plan museológico. Va a funcionar en base a una doble ruta. Por una parte, pendiente de que se apruebe, que sea una escuela de reflexión y pensamiento sobre la moda. El vestido es para vestir personas, que forman parte de colectivos sociales, que actúan en base de alicientes económicos y anímicos. Entramos en el campo de la sicología, la antropología, la economía y las tecnologías. Otro pilar será la experimentación con tejidos que están siendo realizados ahora. Tejidos que, además de protegerte del calor, te toman el pulso cardíaco, te protegen de los rayos ultravioleta, te repelen los mosquitos... Pensamos que el futuro del diseño no va a estar tanto en esas innovaciones formales o cromáticas como hasta ahora. Después de 150 años de alta costura, la repeticiones ya han sido infinitas y la novedad del diseño va a venir por las posibilidades de esos nuevos textiles.
¿Alguna fecha prevista?
Tenemos la idea de hacer como másters de un curso académico convencional, por lo que nos pondríamos en setiembre del año que viene. Este año nos va a servir para hacer pequeños experimentos.
¿Qué sitio habrá para los diseñadores locales?
Dependerá de cuál sea la propuesta concreta. En principio, no por ser diseñador local se cierran o se abren las puertas. Algunos museos trabajan con la fama, nosotros vamos a trabajar con la calidad de las realizaciones. Un museo como éste no puede no tener raíces. No estamos en la Costa Azul ni en California. Estamos en Getaria, Gipuzkoa, País Vasco. El museo que pretenda abstraerse del lugar que está enclavado es un museo condenado a despersonalizarse y a convertirse en una especie de elemento neutro.
Se ha comentado que el proyecto era demasiado ambicioso para un pueblo como Getaria. ¿Cómo está siendo la relación con los vecinos?
Hay algo en la crítica en la que hay que dar la razón. Este proyecto se llevó a cabo demasiado institucionalmente. No tenía más remedio que serlo, pero debería haber establecido en su desarrollo unos vínculos de comunicación y de diálogo con la localidad para recibir influjos de ideas posibles. No se establecieron y eso dio lugar a una convivencia casi espalda con espalda. Que nos admiren en París y que en la calle San Roke de Getaria les importemos tres pitos no puede ser. Esto tuvo consecuencias no deseables de distanciamiento emocional con el pueblo pero creo que, en los pocos meses que lleva abierto el museo, el pueblo se está dando cuenta del beneficio que le ocasiona.
Por otra parte, ya me he visto un par de veces con Nika Lertxundi, el alcalde, hemos encontrado una comunidad de intereses inmediata, hablamos un lenguaje cultural idéntico. Los dos queremos que esto se convierta en un referente internacional que lance a Getaria a los más altos niveles de reconocimiento como colectividad, asociado a la excelencia y a la calidad. Tenemos problemas puntuales, como que nos falta un aparcamiento, le estoy pidiendo uno para minusválidos... Queremos abrir el museo al pueblo, de tal manera que puedan utilizar el vestíbulo como una especie de plaza cubierta. Para ello, vamos a desarrollar actividades como proyecciones de cine. Queremos crear esa especie de vínculo para ser una herramienta de beneficio cultural para el vecino, no solamente para el turista.
Esa imagen del museo ha mejorado bastante pero no se puede negar que existe todo ese bagaje de diez años de obras, las irregularidades, el caso del ex alcalde Mariano Camio y el arquitecto Julián Argilagos, el presupuesto que ascendió desde los seis millones de euros hasta los treinta... ¿Cómo afronta todo esto?
Eso tiene una única vía activa: la judicial. Para mí es historia. Yo me enteraba por los periódicos. Me gustaba la idea de un museo dedicado a Balenciaga pero lamentaba que el desarrollo fuera tan torpe y tan abrupto. Ahora que estoy aquí, me veo inmerso en la consecuencia de esos diez años y veo que, de lo malo, lo único que queda son las diligencias judiciales que, a la hora de funcionar, no nos importan. De vez en cuando nos piden información, se la damos y ahí está eso. Ya veremos cómo se sustancian las responsabilidades. Económicamente, quizá hay que pensar que hubo tanto mala gestión como mal cálculo inicial. No todo hay que achacárselo a una única fuente de responsabilidad. Se aumentó mucho el presupuesto, es verdad, pero también las instituciones lo fueron absorbiendo año a año. A nosotros no nos afecta en nuestra vida presupuestaria actual ni en la futura. No hay deudas, no hay minoraciones ni descuentos por lo que pudo pasar.
El museo se inauguró a principios de julio. ¿Qué recepción ha tenido durante estos dos primeros meses?
Hasta el 31 de agosto pasaron todos los visitantes que preveíamos hasta el 31 de diciembre. La previsión era de unas 45.000 personas hasta finales de año y ya han pasado 43.000. Teniendo en cuenta la estacionalidad del museo, prevemos que a final de año pasen unos 100.000, lo que está muy bien. Esa previsión me parece razonable, mientras el efecto novedad y efecto inauguración siga funcionando. Pero no podemos confiarnos solo en esos efectos, depende de nosotros y de las actividades que hagamos, crear ocasiones para que la gente pueda volver a venir.
Entre las actividades, ya han colaborado con la Quincena Musical y están en contacto con Zinemaldia.
Con Zinemaldia queremos hacer mucho pero este año no nos ha dado tiempo. Vamos a dar una cena a los componentes de los tres jurados y a los responsables del festival. Les enseñaremos el museo, suponemos que por esa conexión con el mundo de la creación les interesará verlo y esperemos quizá algunas palabras. Para el año que viene estamos pensando en preparar alguna exposición temporal que vincule Balenciaga y el cine, porque hay materia prima a tope. Balenciaga vistió a actrices, desde Elizabeth Tylor, Ginger Rogers, Marlenne Dietrich, Grace Kelly (de quien tenemos cuatro vestidos)... Ya hemos hablado con Rebordinos y con la gente del festival para que estas relaciones se perpetúen y vayan a más. Con el Orfeón donostiarra también queremos hacer algo, con la universidad... hay tantas posibilidades... Además, queremos desarrollar las redes sociales y tendremos nuestro propio blog, queremos convertirlo en una especie de revista digital sobre el mundo de la moda y la culturae.
El museo se inauguró a principios de julio. ¿Qué recepción ha tenido durante estos dos primeros meses?
Hasta el 31 de agosto pasaron todos los visitantes que preveíamos hasta el 31 de diciembre. La previsión era de unas 45.000 personas hasta finales de año y ya han pasado 43.000. Teniendo en cuenta la estacionalidad del museo, prevemos que a final de año pasen unos 100.000, lo que está muy bien. Esa previsión me parece razonable, mientras el efecto novedad y efecto inauguración siga funcionando. Pero no podemos confiarnos solo en esos efectos, depende de nosotros y de las actividades que hagamos, crear ocasiones para que la gente pueda volver a venir.
Entre las actividades, ya han colaborado con la Quincena Musical y están en contacto con Zinemaldia.
Con Zinemaldia queremos hacer mucho pero este año no nos ha dado tiempo. Vamos a dar una cena a los componentes de los tres jurados y a los responsables del festival. Les enseñaremos el museo, suponemos que por esa conexión con el mundo de la creación les interesará verlo y esperemos quizá algunas palabras. Para el año que viene estamos pensando en preparar alguna exposición temporal que vincule Balenciaga y el cine, porque hay materia prima a tope. Balenciaga vistió a actrices, desde Elizabeth Tylor, Ginger Rogers, Marlenne Dietrich, Grace Kelly (de quien tenemos cuatro vestidos)… Ya hemos hablado con Rebordinos y con la gente del festival para que estas relaciones se perpetúen y vayan a más. Con el Orfeón donostiarra también queremos hacer algo, con la universidad… hay tantas posibilidades… Además, queremos desarrollar las redes sociales y tendremos nuestro propio blog, queremos convertirlo en una especie de revista digital sobre el mundo de la moda y la cultura.