Dice Salmon que el arte del relato, que desde sus orígenes cuenta, esclareciéndola, la experiencia de la humanidad, se ha convertido en el instrumento de la mentira de Estado y del control de las opiniones. Ésa es la idea que se esconde tras el concepto de storytelling, el arte de relatar pierde su concepción romántica, para acecharnos tras las marcas, las series de televisión, las campañas electorales... Como dice el autor es «un atraco imaginario», aunque demasiado real.

Un ejemplo de que el relato se nos escapa de las manos, quizá el más evidente (y al mismo tiempo el más ocultado), es el de las declaraciones políticas. Como muestra la figura, nada despreciable para análisis, de Ronald Reagan, considerado por algunos el mayor narrador de la historia política de los últimos cincuenta años (el término «reina bienestar» no tiene desperdicio). En una ocasión, durante una rueda de prensa, este artista (bien asesorado) del storytelling, realizó un ejercicio de escapismo encomiable. A sabiendas de su necesidad y deber de alimentar la «historia del día» con sus respuestas, respondió así a un periodista: «Si contesto a esa pregunta, ninguno de vosotros dirá nada sobre aquello por lo que estamos aquí hoy. No voy a darle información diferente».

Un libro que merece ser prestado, regalado...