Ayer y anteayer hemos podido ver imágenes suficientemente claras como para valorar la actuación de la Ertzaintza en el desalojo de Kukutza. El número de partes médicos de heridos el miércoles también es un argumento de peso para concluir que esa actuación fue extremadamente violenta, algo que Rodolfo Ares achacó a las personas que se encontraban en el tercer piso y en la azotea del edificio. Para «Abc» lo que ocurrió fue un «desafío a la Ertzaintza en Bilbao». También sabemos de la encendida defensa de la Ertzaintza que hizo ayer el alcalde de Bilbo, Iñaki Azkuna, si bien para el diario de Vocento «Los `okupas' consiguen el apoyo del ayuntamiento». A continuación nos cuenta «el desalojo del local juvenil `Kukutza' -un asentamiento `okupa'-» y lo malos que son esos jóvenes y quienes les apoyan: «En el exterior, una lluvia de piedras y de cohetes -lanzados por los vándalos como reclamo para recibir a más gente- desafió a los agentes, que detuvieron a treinta personas entre graves desórdenes públicos». Ya, y como siempre, fueron los violentos quienes terminaron en el hospital a consecuencia de la pacífica actuación de los no violentos. Todo iba bien para el Ayuntamiento, para los de Ares y para la especulación. «Sin embargo, y a pesar de la evidente legalidad de la intervención, otro juez decidió ayer dar comienzo al esperpento y suspender la orden de derribo para `escuchar a todas las partes implicadas'». Eso es, ¿para qué andarse con contemplaciones? Y si los porrazos, los pelotazos y las tanquetas no son suficiente, se le llama al glorioso Ejército español y listo. Para la fachenda todo lo que no es ordeno y mando, todo lo que suene a intento de solucionar problemas dialogando es el esperpento. Y, peor aún, «el `buenismo' no tardó en llegar desde el ayuntamiento, en el que el edil Ricardo Barkala defendió la actuación policial... mientras hacía un guiño a los `okupas' pidiéndoles que se legalicen en forma de asociación». Es decir, que admitan el control del Ayuntamiento en sus actividades y así no correrán el riesgo de padecer actuaciones «proporcionadas» de la Ertzaintza como la de ayer. Pero hasta esa muestra de cinismo le parece al plumilla excesiva condescendencia.