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Víctor Esquirol | Crítico de cine

Feliz invasión marciana

...Zinemaldia ha sido invadido estos días por una legión de peculiares marcianos, que han iniciado una especie de invasión pacífica, con sus propuestas fílmicas como principal arma de combate

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La aglomeración de platillos volantes no deja lugar a dudas. Ya están aquí, y sus intenciones son inciertas. Antes que nada, no se deje llevar por el pánico. Aprovisiónese y prepárese para un largo tiempo de clausura. Evite cualquier contacto con otra gente, pues el posible enemigo podría estar ya infiltrado entre nosotros. Vale, este discurso ya no cuela (los tiempos en los que Orson Welles se prodigaba en las ondas de radio quedan ya muy lejanos), pero no deja de ser cierto que el Zinemaldia ha sido invadido estos días por una legión de peculiares marcianos, que han iniciado una especie de invasión pacífica, con sus propuestas fílmicas como principal arma de combate.

El alienígena número uno es un viejo conocido, aunque de momento cuente en su haber con sólo dos largometrajes. El primero, el título de culto «Los cronocrímenes», el segundo va por el mismo camino, y su título es... «Extraterrestre». Elemental. Lástima que la ópera prima de Gareth Edwards, «Monsters», otro perro verde, pasara desapercibida cuando llegó a nuestras pantallas, porque nos ahorraría las presentaciones. El caso es que se trataba de una maravillosa estafa: no era una película de monstruos; era una road movie acaramelada... con algún monstruo pasando por ahí. Algo similar, aunque a escala algo más claustrofóbica, propone Nacho Vigalondo. No esperen una lucha sangrienta contra una raza invasora del espacio; esperen una comedia romántica con un OVNI de fondo. Cuando antes lo acepten, antes disfrutarán de las relaciones -y sus intentos- que establecen cuatro actores que encandilan y que saben sacarle partido a un guión algo irregular, pero inteligente, brillante e incluso desternillante en sus mejores momentos.

Al siguiente invitado estrella, Hirokazu Kore-eda, se le ha comparado en demasiadas ocasiones con el maestro Yasujiro Ozu, situándose así en la órbita más clasicista del séptimo arte. Pero, ojo, que cuando quiere, se pone lo marciano que haga falta (véanse «Afer Life» o «Air Doll»). Con «Los días después», capítulo de la serie «Kaidan Horror Classics» presentado en la sección Zabaltegi Especiales, nos ofrece una pizca de sus dos facetas. Como en el caso anterior, cuanto antes se haga el público a la idea de que no va a ver una película de terror, antes aceptará la belleza de un cuento que, con un leve toque fantástico, nos habla con sensibilidad y delicadeza sobre la fractura y el dolor de la pérdida. Lo mismo que si hablara de la ivernación del oso pardo, porque siempre da gusto ver cualquier historia narrada por uno de los directores con mejor savoir faire en la puesta en escena de toda la escena internacional.

Por último, aunque no menos importante, un vistazo a la sección Culinary Zinema, ideal para abrir el apetito. Los marcianos: Felipe Ugarte, Juantxo Sardon y Andoni Luis Aduriz. El lugar de reunión: Mugaritz, cuyas creativas recetas señalizan el punto de encuentro entre cine, gastronomía, y por qué no, música. Si ciertas partituras inspiran a los cocineros de este famoso restaurante, ¿por qué no va a poder hacerse este proceso a la inversa? Dicho y hecho. Así empieza un curioso viaje por el mundo y por los sentidos, en el que nos toparemos con imágenes alienígenas, como «piedras» comestibles, ver a alguien devorar cáscaras de nuez, o un barítono cantándole a un carpaccio de sandía. Surrealista. Tanto como eso a lo que llaman cocina experimental (ya saben, aquella en la que se usan ingredientes como el nitrógeno líquido, cuando todo el mundo sabe que éste debería emplearse sólo para detener a robots asesinos provenientes del futuro), que parece un invento del espacio exterior, pero que consigue igualmente que se nos haga la boca agua, y de paso nos brinda un festivo y muy apetecible juego de sinestesias cruzadas.

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