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CRONICA | "tras la estela de los balleneros vascos"

Un congreso, punto de partida para saber más a partir del rastro del ADN

Expertos de todo el mundo en diversas disciplinas se han reunido durante dos días en Bilbo en un congreso sobre «la estela de los balleneros vascos», un encuentro que servirá de arranque a otra investigación, la que irá tras el rastro genético en beneficio del conocimiento de todos.

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Nerea GOTI

«Tras la estela de los balleneros vascos» es el sugerente enunciado del congreso que acaba de tener lugar en Bilbo. Durante 48 horas, profesionales de distintas disciplinas han abordado desde distintos prismas esa impronta que aquellos hombres dejaron en las lejanas costas de Canadá.

La primera alusión documentada de la presencia de vascos en en aquellos lugares data del año 1517. «Los vascos han establecido relaciones con los nativos en el entorno del río San Lorenzo (Canadá) de forma documentada durante siglos», explican los organizadores.

En la organización han participado la UPV y la Fundación Jauzarrea, en coordinación con otras universidades del mundo, para escuchar el testimonio de viva voz de representantes de comunidades indígenas, así como las conclusiones de estudios históricos, etnológicos, antropológicos o lingüísticos.

A esos estudios que desgranan viejos lazos se une ahora otro frente de investigación que busca aportar nuevos datos. Se trata de la búsqueda de linajes genéticos con raíces vascas entre los primeros pobladores de aquellas tierras.

Los doctores de la UPV Marian Martínez de Pancorbo y Sergio Cardoso han sido los encargados de desgranar este proyecto. Forman parte del equipo de investigación de Biomics, centrado en el estudio de la historia evolutiva y el acerbo genético de Euskal Herria. Su aportación consiste en rastrear el cromosoma Y propio de los vascos entre los indígenas de aquellas tierras. Explican que es como el apellido del padre, algo que se va transmitiendo de generación en generación. Otra parte de la información genética la aporta el ADN mitocondrial, el que trasmiten las mujeres, pero en este caso es el cromosoma Y en el que se van a centrar las investigaciones, porque fueron hombres los que se relacionaron con los nativos en sus viajes al Atlántico Norte.

Abanico de información

Expectantes ante el abanico de información que puede aportar este estudio genético, Martínez de Pancorbo y Cardoso subrayan que «estamos en condiciones de distinguir nuestra peculiaridad genética. Somos capaces de diferenciar el cromosoma Y vasco entre otros propios de otros pueblos nórdicos». Resaltan, además, las aplicaciones que esta investigación puede aportar en el terreno de la salud, particularmente en la prevención de enfermedades, además de la repercusión en el reconocimiento de las comunidades indígenas y sobre la realidad de los primeros pobladores europeos.

Subrayan que, por otra parte, su estudio llena un vacío, porque las comunidades que pretenden analizar no forman parte de estudios como «Mil genomas» para «secuenciar mil genomas completos de todo el mundo» o «Genographic», auspiciado por National Geographic.

Con un lenguaje claro y cercano, Martínez de Pancorbo y Cardoso transmiten ilusión en sus explicaciones sobre el trabajo que les espera en colaboración con investigadores y expertos en otras disciplinas, porque «es fundamental conocer, por ejemplo, la estructura de la población, sus costumbres, cómo se relacionan, si son nómadas...»

Precisamente con ese objetivo, entre conferencia y conferencia en los pasillos del Bizkaia Aretoa, en Abandoibarra, se han intercambiado saludos y experiencias profesionales de distintos ámbitos, además de asistir al testimonio de representantes de las comunidades nativas.

Stephen Augustine, jefe hereditario de los Mi´kmaq visita Bilbo ataviado con la indumentaria tradicional de su pueblo. Preguntado por GARA sobre cómo fueron las relaciones entre vascos y nativos, Augustine explica que participa en este congreso para trasmitir que hay una larga tradición de relaciones con el pueblo vasco e inmediatamente pone el ejemplo del lauburu, un símbolo que su pueblo ha incorporado a su tradición cultural, junto a otras simbologías gráficas.

Él representa a un territorio en el que viven unas 35.000 personas. Señala que es descendiente directo del jefe de los Mi´kmaq, que en 1610 accedió a bautizarse en Port Royale, en Nueva Escocia, en un gesto de «aceptación mutua» ante Enrique III de Navarra, una especie de tratado de amistad entre ambos pueblos.

A su juicio, el hecho de que ambas culturas provengan de tradiciones orales ha podido favorecer que se forjara una relación estrecha y cordial, de igual a igual, al margen de algún incidente aislado, y mantiene que documentar esa tradición también es importante de cara a su lucha por el reconocimiento de sus derechos. En el terreno de los rastros lingüísticos, el congreso ha contado con la participación del doctor Peter Bakker, de la Univer- sidad danesa de Aarhus, una autoridad en la materia que ha querido dejar un mensaje claro sobre el estudio de las relaciones entre vascos y nativos porque, según aprecia, no siempre es valorada. «Es ciencia, es muy importante y es interesante», asegura a GARA.

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