Lecciones para todos del «Bloody Sunday»
Hace más de un año una multitud asistía ante una pantalla gigante de televisión en Derry a un hecho que hizo historia. Fue algo sin precedentes. El primer ministro británico, David Cameron, pedía oficialmente disculpas, casi cuarenta años después, por la actuación del Ejército británico que en 1972 mató a 14 civiles en aquella ciudad irlandesa. Según sus palabras, sin ninguna duda, equívoco o ambigüedad lo ocurrido en el Bloody Sunday fue «injustificado e injustificable». La multitud rompió en aplausos satisfecha en buena medida por esa victoria en la larga lucha por la memoria, la verdad y la reparación. Ayer el Gobierno británico dio un nuevo paso que crea precedente y abre la puerta a nuevos actos de reparación al anunciar su decisión de compensar a las familias de las víctimas del «Domingo Sangriento».
La noticia coincidió con la puesta en marcha en el Parlamento de Gasteiz de la ponencia sobre las víctimas de «violencia de motivación política». La primera medida conocida fue la designación de Manuela Carmena como asesora para elaborar los decretos que regularán las ayudas. Su experiencia y trayectoria avalan el nombramiento, y en su primera comparecencia transmitió un mensaje equilibrado que dio imagen de su independencia. No fue un mal comienzo. Pero tampoco le faltará trabajo. Primeramente dentro de casa. La consejera de Justicia, Idoia Mendia, dijo ayer que «el origen de toda la violencia es ETA». Desde esa base, su labor será poco edificante y tendrá poco recorrido.
Manuela Carmena puede mirar a Irlanda y extraer conclusiones útiles. Las disculpas británicas por el Bloody Sunday y su significado histórico como acto de reconciliación deberían inspirar también al Estado español. Aunque con ello no desaparezca el dolor, la sensación de pérdida y el sentimiento de impotencia de las familias de los cientos de víctimas de la violencia de Estado en Euskal Herria, sería una contribución positiva para cerrar bien el conflicto y sanar sus heridas.