El alcalde de Iruñea, Enrique Maya, se mostró satisfecho al conocer que el gestor cultural del Teatro Gayarre, José María Asín, renunciaba a dirigirlo mientras él siguiera al frente de la Fundación. Asín contaba con el apoyo de Bildu, PSN, NaBai y I-E, mayoritarios en el consistorio iruindarra, pero carecía de la «confianza» del alcalde. Y éste, empeñado en hacer de la gestión cultural un altavoz del amo, saltándose a la torera la mayoría democrática y comportándose como un vulgar déspota, no paró en el empeño de hacer lo imposible hasta conseguir que Asín desistiera. El gobierno minotario de UPN ha actuado, una vez más, como un rodillo, ejerciendo con total discreccionalidad su capacidad de veto. Ayer cantó victoria. El alcalde Maya dijo con cinismo que «Asín se retira»; ergo, todo solucionado.

Esto revela la apuesta de UPN: los gestores de la cultura, antes que cualquier otra consideración profesional o técnica, deben contar sine qua non con la confianza personal del superior, sus cargos se los deben personalmente a él, deben rendirle pleitesía y actuar a imagen y semejanza de su política. Con estas credenciales el descrédito de la gestión cultural está asegurada.