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La hermandad en la adultez

Zinemaldia ha visto crecer profesionalmente a la directora argentina Ana Katz. En la que es su tercera visita al certamen donostiarra compite por primera vez en Sección Oficial con «Los Marziano», una historia familiar ambientada en el Buenos Aires actual donde dos hermanos enemistados se convierten retrato directo de las complicadas relaciones familiares en la edad adulta. Ambos caracterizan a dos personalidades bipolares; uno es el bohemio, y el otro, el responsable.

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Ariane KAMIO | DONOSTIA

Zinemaldia ha sido testigo de la evolución cinematográfica de Ana Katz (Buenos Aires, 1975). Vino a Donostia por primera vez con el que sería su primer largometraje, «El juego de la silla», para participar en Cine en Construcción, sección dedicada a proyectos inacabados. Con la misma película compitió más tarde en Zabaltegi-Nuevos Directores. Su segundo proyecto, «Una novia errante» (2007), también fue incluida en Cine en Construcción, para después competir en los certámenes de Cannes, Toronto y La Habana, y en la sección Horizontes Latinos de Zinemaldia.

Ahora vuelve a visitar el certamen para competir por primera vez en Sección Oficial y lo hace con «Los Marziano», una peculiar película sobre una familia en la que el distanciamiento entre dos hermanos se convierte en el punto de partida para describir historias personales. Juan (Guillermo Francella) y Luis (Arturo Puig) son hermanos y están intransigentemente peleados. Delfina (Rita Cortese), la tercera hermana, junto con la esposa de Luis, Nena (Mercedes Morán), intentan mediar, en vano.

Luis y Juan tienen perspectivas distintas de la vida. Pero la presencia de Juan en Buenos Aires en los días próximos al cumpleaños de su hija y el deseo de ella de festejarlo con sus tíos obligarán a los hermanos a reencontrarse.

Katz se ha interesado por retratar «el vínculo especial de la hermandad en la adultez», a la vez que recoge la intimidad de los personajes «sin ninguna explicación adjunta sobre sus sentimientos». «En la adultez, los vínculos fraternales están ya construidos, por lo que se vuelven todavía más complicados, y quería reflejar esa extrañeza y dificultad para comprenderse», explicó.

El proyecto de la argentina fue calificado como «lento» por una parte de la crítica, aunque la realizadora defendió que el ritmo del filme «está en el interior de las escenas». «Es el ritmo que necesitan los personajes para expresarse de forma natural», lejos de los ritmos «agobiantes que jamás he compartido».

Bohemio y responsable

Luis y Juan Marziano son dos hermanos que, como tantos otros no se hablan y, partiendo de una misma educación, han descodificado la vida de manera totalmente opuesta: uno hacia la bohemia y otro hacia la responsabilidad. «Juan es un colgado, una persona que tiene un problema neurológico pero está más interesado en convertir unos viejos casetes a archivos digitales que en saber cuál es su diagnóstico», explicó Guillermo Francella, quien en la película deja un día de relacionar unas letras con las otras y, en consecuencia, no puede leer.

Luis, por su parte, «es el proveedor de la familia en cuanto al dinero y espera que eso se le devuelva en afecto», una fórmula que, cuando no funciona, le hace obsesionarse con unos pozos que han surgido en el campo de golf de la urbanización en la que vive y que ponen en peligro la integridad física de los vecinos.

Katz, que escribió este guión con su hermano, mantiene el equilibro entre lo dramático y lo cómico, apostando por la acidez. «No quería hacer burla, sino plasmar algo que me resultara doloroso pero a la vez hiciera alguna gracia», concluyó.

Agresividad policial

También se presentó en Sección Oficial a competición la última cinta de Oren Moverman, que ha cancelado su presencia en Donostia por motivos de salud. Con un Woody Harrelson homófobo, racista y extremadamente radical, «Rampart» recoge la historia de un veterano de Vietnam que tras su regreso a Estados Unidos ingresa en el cuerpo policial de Los Ángeles. Sin embargo, su experiencia en la guerra asiática afecta seriamente en su conducta y ética laboral, lo que le lleva a implicarse en numerosos casos sospechosos de corrupción. Harrelson se enfrenta a una espiral de emociones que lo llevan al bloqueo sicológico y, como consecuencia, también al alejamiento de su familia.

Es una virulenta reflexión sobre un policía de Los Ángeles que tiñe de agresividad cada lugar por el que pasa y que, además, justifica sus actos con una peligrosísima superioridad moral. Harrelson hace de la cinta su patio de recreo y transmite con un magnetismo arrollador la neurastenia de su personaje.

Es la primera vez que Moverman compite en Zinemaldia. Lo hace con la que es su segunda película por lo que, además de competir en el palmarés oficial, también entra en la puja por el premio Kutxa Nuevos Directores. El director israelí afincado en Nueva York debutó con «The Messenger» en 2004, con la que consiguió un Oso de Plata al Mejor Guión en el Festival de Cine de Berlín y dos nominaciones al Óscar: una al Mejor Guión y otra para Woody Harrelson como Mejor Actor Secundario.

ACIDEZ

Katz, que escribió este guión con su hermano, mantiene el equilibro entre lo dramático y lo cómico, apostando por la acidez. «No quería hacer burla, sino plasmar algo que me resultara doloroso pero a la vez hiciera alguna gracia», explicó.

FIN DE COMPETICIÓN

La competición oficial concluye hoy con la proyección de «Americano», de Mathieu Demy, y con «Las razones del corazón», de Arturo Ripstein. Mañana se dará a conocer el veredicto final del jurado en la gala que se celebrará en el Kursaal a partir de las 20.30.

Porque un mundo más ético y menos injusto es posible

El griego Filippos Tsitos estrenó ayer en la Sección Oficial su película «Adikos kosmos» (Mundo injusto), en la que ha plasmado su deseo de que un mundo mejor es posible. «No creo que trate sobre lo justo e injusto, trata sobre la ética. Yo crecí en los años ochenta y me di cuenta de que el mundo que me rodeaba era cada vez menos ético, todos por alguna razón como el dinero, pero menos ético», dijo el director ante la prensa.

«Adikos kosmos» es una tragicomedia que cuenta la historia del policía Sotiris, siempre dispuesto a perdonar a los delincuentes que son víctimas de un mundo injusto. «Creo que hay suficientes personas buenas en la sociedad pero siguen en silencio. Hay personas éticas pero están perdidas. Si se despertaran e hicieran algo, habría un cambio. Pero todavía no lo veo», dijo Tsitos. «Yo no estoy satisfecho con la sociedad pero no sé cómo afrontarlo. Me tiraría por la ventana pero he preferido expresarlo haciendo una película», confesó.

Antonis Kafetzopoulos es quien interpreta al policía Sotiris y todo se complica cuando mata a un hombre y se enamora de una mujer. Este actor también protagonizó la comedia «Plato´s academy» de Tsitos, que participó en el festival de Derechos Humanos de Donostia en 2010. Aquella comedia se aleja bastante del tono empleado en esta ocasión. «Es difícil realizar películas y por ello tengo que intentar buscar un estilo, mi estilo. Cada película que hago es una búsqueda de estilo, de qué tipo de historias quiero contar... Pero hay una constante, y es que los protagonistas siempre son hombres mayores que yo, que se encuentran en un momento ambivalente de su vida y que, si no cambian ahora, no van a cambiar nunca».

El director comentó que comenzó a escribir la historia en 2003, antes de toda esta situación de crisis, y que «lo divertido es que encaja perfectamente con la situación de ahora».

En la fotografía ha optado por imágenes bastante estáticas, «crear artificialidad. Hemos rodado en una dirección y hemos creado situaciones parecidas a las del teatro, aunque no sea igual. Por eso la luz siempre viene desde arriba y la cámara está quieta», aclaró Tsitos. Por su parte, el protagonista comentó que ha sido interesante trabajar en una película «que a veces parece muda pero luego incluye uno de los monólogos más largos del cine contemporáneo». A. ARRUTI

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