Iratxe FRESNEDA | Periodista y profesora de Comunicación Audiovisual
Rock and Roll
Aki Kaurismäki solo hay uno y es genuino, auténtico. Nada como una de sus películas para estimular todo aquello que tenemos dentro y no sabemos ni siquiera que está ahí. La risa, la imaginación y las ganas de rock and roll, le entran a una cuando ve en la pantalla al mejor Kaurismäki. Es una maravilla que la cinta que nos presentaba ayer en Zabaltegi estuviera protagonizada en su gran mayoría por ancianos (¿Quién dice que no les gusta el rock? No hay más que verlos), que los silencios y las respuestas teatrales formen parte de su juego, que no tenga que llenar vacíos... Siempre tiene algo que contarnos, y lo hace bien, fiel a su mirada nostálgica, desprendida de artificio. Pocos son los privilegiados que llegan a hacer películas como «Le Havre», el tipo de filmes que nos hacen seguir creyendo en las posibilidades que tiene el cine como medio artístico. Y de arte también podríamos hablar largo y tendido solo nombrando a Michael Fassbender... El protagonista de la última película de Steve McQueen (fue quien le dio el papelón de «Hunger») se las sabe todas (veremos como me las apaño en la entrevista). No hay más que revisar su entrada en Zinemaldia, en moto, a lo Brando, con cigarro incluido y propiciando más de un desmayo. Probablemente Kaurismäki tenga poco que envidiarle (bueno, un par de «cositas» sin importancia). En fin que, gracias a Fassbender y a Kaurismäki, me he acordado de Coronado y de su «grito» de guerra en la peli de Urbizu: Rock and Roll. No es mal lema para el fin de fiesta.