Maite SOROA | msoroa@gara.net
Jabón para el Borbón
Llegaron a Donostia el hijo y la nuera del rey español, ese que últimamente no se quita las muletas ni para dormir, y como las autoridades locales no quisieron recibirles, algunos medios quisieron hacer una especie de acto de desagravio en forma de crónicas empalagosas. Tanto, que servidora acabó empachada tras leer apenas unos párrafos. En «El Mundo» titulaban así el faldoncillo dedicado al ambiente de la visita: «De aplausos a gritos de `guapa'», y explicaban que «Feliz por estar en San Sebastián, donde el Príncipe de Asturias se encuentra `como en casa', don Felipe de Borbón evocó el `recuerdo especial' de su anterior visita a la capital guipuzcoana en compañía de su mujer, doña Letizia, con el `cariño y la cercanía' que percibieron de los ciudadanos». Lo de «cercanía» tiene guasa, teniendo en cuenta las impresionantes medidas de seguridad que acompañan a estas visitas. Y sobre el «cariño», ya podían hacer una encuesta entre las donostiarras...
Pero el cronista insistía: «Meses después, los Príncipes volvieron a recibir este cariño a su salida del Basque Culinary Center, donde les aguardaban decenas de personas, la mayoría de ellas mujeres residentes en la zona del Parque Tecnológico de Miramón donde se asienta el centro, y que les despidieron con aplausos, lanzando besos con las manos y profirieron gritos de `guapa' a doña Letizia. `¡Qué bonita eres!', le vitorearon». Pues yo conozco a una vecina de la zona que si le hubieran dejado les habría dicho de todo menos bonita. Qué casualidad que no anduviera por allí.
Pero sigue el pastelón. Vean, vean: «Ante estas muestras de afecto, los Príncipes se acercaron a saludar a los presentes, que no ocultaron su sorpresa (y admiración) por este gesto. Don Felipe de Borbón, cuya elevada estatura nunca deja de sorprender, fue saludando a los presentes antes de introducirse en el coche que le llevó de vuelta a Madrid». El piropo de la altura nunca falla en estas crónicas. Pero una amiga mía, bajita, cuando le mentaban el tema siempre decía que como Jacobo, cuanto más grande... Y tras la visita, llegan los chascarrillos: «a su marcha, los congregados intercambiaron opiniones sobre la vestimenta de los Príncipes. La espera, se congratulaban, había merecido la pena y ya nadie se acordaba de las dos horas que había aguardado en la calle». Tras este empacho, servidora no va a comer nada con azúcar en varios meses.