El lehendakari, Patxi López, y su lugarteniente Rodolfo Ares llevan dos años aferrados al discurso de pose dura mantenido por Alfredo Pérez Rubalcaba en materia de pacificación (...). Un discurso de presión a la izquierda abertzale que obvia los acontecimientos que se desarrollan en su entorno, que apuesta por el mantenimiento de bloques políticos en Euskadi y que no deja atisbar ningún gesto de audacia. Pero en la medida en que el contexto impone un cambio de escenario -ya sea por la apuesta política de la izquierda abertzale, por el final de ETA o la irrupción electoral de Bildu-, en la medida en que ya ha superado el primer bienio de su mandato y los socialistas se asoman a una debacle en el 20-N, el lehendakari se ve obligado a cambiar el paso. En su discurso ante el Pleno de Política General del Parlamento Vasco, López ensayó un giro con alusiones al acercamiento de los presos o a la legalización definitiva de Sortu en un intento de reposicionarse, de asumir un liderazgo que el PNV y la izquierda abertzale le han eclipsado y de recuperar pulso electoral, pero todo ello con el pie cambiado. Y además incurriendo en la esquizofrenia a la que lleva dos años forzándole el PP. Y es que, en este sentido, cualquier nota que pudiera parecer discordante con el discurso de la derecha le obligaba a volver a la retórica frentista de vencedores y vencidos para no salirse del carril. La exposición que Patxi López llevó ayer al Parlamento de Vitoria en 56 folios volvió a adolecer, por tanto, de la vacuidad, falta de iniciativa y sensación errática que han marcado el primer bienio de su mandato. (...)