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REPORTAJE

Agricultores de brasil destacan en Euskal herria la necesidad de lograr la soberanía alimentaria

El Movimento do Pequenos Agricultores (MPA) de Brasil ha visitado Euskal Herria durante diez días invitados por EHNE Bizkaia. Observan problemas similares entre los agricultores brasileños y vascos, a la vez que llaman a profundizar en la soberanía alimentaria.

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Juanjo BASTERRA

La delegación brasileña del Movimento do Pequenos Agricultores de Brasil ha recorrido de Norte a Sur y de Este a Oeste Euskal Herria. EHNE Bizkaia y Vía Campesina organizaron esta gira que les ha permitido concluir que «los agricultores tenemos los mismos problemas, sea en Brasil o en Euskal Herria. Tenemos que trabajar juntos para mantenernos firmes, porque podemos prescindir de los coches, de los ordenadores, pero no de la agricultura, porque es la que nos proporciona la comida para vivir», dijo Raul Krausser, que explicó a GARA, junto a Sarai Brixner y Valter Israel da Silva, la situación que se han encontrado en suelo vasco y lo que ocurre en el país de América Latina que está llamado a liderar la recuperación económica. Estos agricultores brasileños participaron de forma activa en la protesta para evitar el desahucio del caserío Kukullaga Goikoa de Berango. Un hecho que consideraron «extremo» y que «no se produce de esa manera en Brasil», según precisaron.

De Euskal Herria, entre otras cosas, les llamó la atención el sistema de venta directa entre los baserritarras, que está consiguiendo adentrarse en la población. «Aquí vemos que hay mejores condiciones de vida. Asfalto hasta los caseríos, teléfono, internet, tractores, etc. Sin embargo, nos llama la atención que el modo de vida campesino se mantiene», dijo Valter Israel da Silva. Tras unos cuantos días entre los agricultores vascos, gracias a los contactos y visitas que han realizado con EHNE Bizkaia, «hemos comprobado -dijo Da Silva- que los problemas conque se enfrentan los campesinos de acá son los mismos a los que nos enfrentamos allá. Nos están diciendo que no hay campesinos en Europa, pero nos encontramos con campesinos por todos los sitios. Es muy importante para nosotros porque en Brasil están intentando convencernos de que el campesinado se ha acabado, que hemos llegado al final. Eso no es cierto».

Multinacionales

Esa manera de pensar, según expusieron a GARA a unos metros del caserío Kukullaga Goikoa de Berango, se debe a que se está entregando las mejores tierras a las grandes empresas y a las multinacionales, por eso se incide de forma expresa en la necesidad de que «desaparezca» el modo de vida del campesino, para que «no estorbemos a estos explotadores de la tierra», precisaron.

«Nuestra forma de pensar y la manera de llevar el desarrollo que hacemos allá es similar a la que estamos viendo estos días con EHNE. Reclamamos, ni más ni menos, la soberanía alimentaria, la agricultura campesina», precisó el sindicalista. Raul Krausser apuntó que los principales problemas a los que se enfrenta los campesinos de Brasil es que «no tenemos crédito ni subvenciones del Gobierno para hacer una producción ecológica. Las grandes industrias están controlando la producción de semillas, almacenes y toda la cadena productiva, lo que nos deja en una posición de desventaja total». Por lo que Sarai Brixner añadió que «tenemos problemas para gestionar la tierra. El control es de las industrias que tienen propiedad de la tierra. Muchas veces decidimos adentrarnos en esa tierra que es de la población». Otro problema es «la falta de infraestructuras, de calles en condiciones, de educación, de salud y de cultura. Hay un déficit muy grande», precisó Brixner, quien reconoció que una parte importante de Brasil, sobre todo en la zona del Amazonas, «los terrenos pertenecen a multinacionales, sobre todo, estadounidenses» y «casi se consideran suelo americano».

Raul Krausser admite que en Brasil «todo está más valorado que la agricultura y ganadería que hacemos los campesinos» y recordó que ante la crisis económica mundial y debido a la crisis energética «las mejores zonas de Brasil se están empleando para la plantación de caña destinada a producir etanol y biodiésel, que tienen un impacto muy fuerte y negativo en las unidades campesinas de nuestro país».

Generadores de riqueza y empleo

Valter Israel Da Silva recordó que los campesinos son los que están soportando y creando riqueza para Brasil. Lo corroboró con unos recientes datos del Instituto de Geografía que indican que «las pequeña propiedades, que nosotros llamamos agricultura campesina tiene acceso al 25% de la tierra; controlan cerca de un 10% del crédito y producen el 70% de la comida. Supone el 38% del PIB y genera el 75% del empleo. Somos entre el 18 y el 20% de la población, cerca de 8 millones de familias o 40 millones de personas». Para Da Silva estos datos tienen «enorme valor» porque desde la industria multinacional agrícola quieren «restar valor. Cuando llegas a dos, tres o cinco kilómetros de una población te indican que usted está entrando al perímetro urbano, hay mucha gente campesina que está trabajando la tierra, pero se les registra como urbanos para restarnos importancia, para decir que los campesinos bajamos en número y en importancia». Sarai Brixner sentenció en este caso que «nos quieren quitar de en medio a quienes defendemos una agricultura ecológica y sostenible. El problema es que se quieren terminar con el modo de producción de los campesinos».

Por lo que Raul Krausser añadió que «lo fundamental para la humanidad es la cuestión del alimento; se puede vivir sin coche, sin muchas cosas, pero no sin alimentarse. La producción de alimentos de hecho lo hace el campesino. El capital produce mercancía para hacer cambio por dinero. Cómo produce esa mercancía sea con químicos, transgénicos, etc al Estado brasileño no le importa». Los representantes del MPA reconocen que son los campesinos los que producen «alimentos de calidad, ecológicos y quienes aplican la justicia social. El centro es abastecimiento local».

Porque a juicio de Krausser «la agricultura capitalista de gran o pequeña escala invierte en la producción para sacar más plata (dinero). El interés de la persona es la acumulación de la plata. Es muy distinto la forma campesina». En este caso, apuntillo Valter Israel da Silva, está claro que los campesinos confirmamos que «es un modo de vida, no una condición económica».

CRíticos con el Gobierno brasileño, reconocen mejoras

El MPA es «crítico» con el Gobierno brasileño de Dilma Rousseff, porque entiende que el Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC) con vista al mundial de fútbol está realizando grandes inversiones en las zonas urbanas con «muchos edificios, muchas centrales para la energía, etc, pero no se invierte igual en el campo». No obstante, este movimiento de agricultores recuerda que en 2009 puso en marcha un programa para garantizar la alimentación escolar en la que el 30% de la misma proviene de los campesinos, «lo que es positivo», explicó Valter Israel Da Silva. También existe otro programa de adquisición de alimentos producido por los campesinos, «lo que beneficia a la soberanía alimentaria. Está claro que con otro Gobierno no sería posible. Sabemos reconocer lo bueno». J. BASTERRA

25.000

familias

El MPA agrupa a 25.000 familias, 100.000 personas, pero «somos ocho millones de familias quienes viven de la agricultura en Brasil»,

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