El presidente de Afganistán, Hamid Karzai, ha asegurado que no mantendrá nunca más un diálogo de paz con los talibanes, dando por rotas las negociaciones que comenzaron en junio con la participación de Estados Unidos. Karzai mencionó la muerte en atentado del ex presidente afgano y encargado de las negociaciones, Burhanuddin Rabbani, como la principal razón que le ha llevado a tomar esta decisión.

Al cuestionar el diálogo con los talibanes, Karzai propuso en su lugar negociar con Pakistán, el país donde cree que está el mando insurgente, alimentando las mismas críticas que desde EEUU se dirigen hacia Islamabad. «No sabemos dónde está el Consejo talibán. ¿Dónde está? Alguien viene en su nombre y mata, y ellos ni lo confirman, ni lo niegan. No podemos hablar con nadie más que con Pakistán», afirmó Karzai, en declaraciones televisadas por el canal afgano Tolo Tv.

Karzai ha consultado esta semana con los principales dirigentes políticos y religiosos afganos qué camino seguir tras la muerte de Rabbani.

«La muerte de Rabbani demuestra que los talibanes no tienen autoridad para decidir de manera independiente. Así que la cuestión es, ¿con quién hay que negociar la paz?», dijeron varios de los reunidos, de acuerdo con un comunicado presidencial. «Si los talibanes están siendo usados por los servicios secretos de Pakistán (ISI), entonces Afganistán debe considerar a Pakistán como parte de la negociación», afirmaron algunos de los asistentes. Karzai era el principal valedor del proceso de diálogo con los insurgentes que debía correr en paralelo a la retirada de las tropas internacionales desplegadas en el país.

«Están en Pakistán»

El viernes, sin embargo, el presidente afgano aprovechó una reunión con el Consejo de Ulemas de Afganistán para ratificarse en la idea de que para alcanzar la paz el Gobierno afgano debe sobre todo centrarse en las conversaciones con Pakistán. «porque todos los refugios y bases de nuestros oponentes están en ese país».

Las autoridades afganas y EEUU consideran que la «shura» de Quetta, el órgano de dirección de los insurgentes, y su líder máximo, el mulá Omar, están en algún punto no lejano de esta ciudad paquistaní próxima a la frontera con Afganistán.

Ayer mismo, las autoridades afganas dijeron haber proporcionado a Pakistán pruebas de que la muerte de Rabbani fue planeada en Quetta durante meses por los talibanes.

Pakistán, ha recibido en las últimas semanas nuevas acusaciones por parte de Estados Unidos respecto al supuesto papel de apoyo que su agencia de espionaje da a la red Haqqani, en lucha contra las tropas que de la OTAN. La semana pasada, el jefe del Estado Mayor estadounidense, el almirante Mike Mullen, agudizó la tensa relación entre los dos países, al acusar a Islamabad de «exportar la violencia» a Afganistán con la red Haqqani como «verdadera arma» de los servicios secretos paquistaníes. Como respuesta, y convocados por el primer ministro, Yousuf Raza Gilani, se reunieron en Islamabad los líderes de la coalición de gobierno, los partidos de oposición y el Ejército de Pakistán. En esta inusual cumbre, subrayaron su unidad para resistir la presión de EEUU. «Las declaraciones americanas nos han conmocionado y han negado los sacrificios que hemos hecho y los éxitos que hemos logrado en la guerra contra el terrorismo. Nuestros intereses nacionales deben ser respetados», dijo Gilani.