La Jornada, Editorial 2011/10/6
Grecia: explosividad y reflejo
(...) Ni los directivos del FMI ni las autoridades de Bruselas toman en cuenta la zozobra y la precariedad que agobian a millones de griegos y siguen exigiendo al gobierno de Atenas que, ante el previsible incumplimiento de los objetivos macroeconómicos fijados -la reducción de una deuda y un déficit público astronómicos-, adopte medidas que implican un sacrificio adicional de las mayorías: por no ir más lejos, el pasado martes los inspectores de la troika demandaron a autoridades griegas la desaparición del salario mínimo en ese país -actualmente fijado en 540 euros, uno de los más bajos de la Europa comunitaria-, y en el Parlamento de Atenas se plantea discutir, a partir de hoy, un proyecto de ley que reduciría la plantilla en el sector público en 30 por ciento, así como una nueva oleada de rebajas en sueldos y pensiones.
La Grecia contemporánea es un ejemplo claro de los límites y del carácter desestabilizador del dogma económico vigente. En tiempos de crisis, la aplicación de la ortodoxia y la disciplina fiscal pregonadas por los organismos financieros internacionales devasta la economía y desgarra el tejido social, deja a la población a merced de los vaivenes del mercado, minimiza las perspectivas de intervención estatal y desemboca, tarde o temprano, en pérdida de paz y de estabilidad política. (...).
En un contexto marcado por los indicios de una nueva recesión económica mundial, mal haría el gobierno mexicano en no verse en el espejo griego. La dramática y dolorosa situación que vive ese país es un indicador más de la necesidad y la urgencia de modificar el vigente modelo económico, y de adoptar medidas que contribuyan a reactivar el mercado interno, a reducir el desempleo, a fortalecer los salarios y a revertir la depauperación de grandes sectores de la población. (...).