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La memoria viaja en la maleta mexicana de Capa, Taro y Chim

La historia de los 4.500 negativos tomados por tres fotógrafos tan míticos como Robert Capa, Gerda Caro y Chim Seymour durante la Guerra del 36 y hallados setenta años más tarde en México D.F. en tres cajas de cartón, en lo que se ha denominado «la maleta mexicana», es apasionante, novelesca y con el regusto triste de aquella contienda. Ahora son objeto de una exposición, en Barcelona, de un libro y también de un documental.

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Amaia EREÑAGA | DONOSTIA

Marzo de 2007, México D.F. Por encargo del International Center of Photography de Nueva York (ICP), la experta británica en fotografía Trisha Ziff visionaba por primera vez unos negativos y comprobaba que eran las imágenes captadas por tres fotógrafos legendarios entre 1936 y 1939, en plena Guerra civil española; unas fotos cuyo rastro se había dado por perdido. Cuando lo recuerda, Trisha todavía hace el gesto de que le sube un escalofrío por los brazos. Era el legado de tres leyendas del periodismo: Robert Capa (nacido Endre Ernö Friedmann, 1913-1954), Gerda Taro (1910-1937), y el fundador de Magnum, David Chim Seymour (1911-1956). Paralelamente, en aquella época el Estado español estaba enfrascado en pleno debate de la Ley de Memoria Histórica; una ley que no satisfizo a casi nadie y menos a los familiares que todavía intentan recuperar los restos de sus muertos de las fosas comunes.

Este paralelismo entre las imágenes perdidas, escondidas durante años en unas cajas, y la de las personas que «todavía siguen buscando a sus muertos bajo la tierra» es la raíz del documental «La maleta mexicana», filmado por la propia Trisha Ziff, y que se estrenó en el Festival de Cine de Donostia. El documental, que todavía no tiene fecha de estreno en las salas comerciales, reivindica la importancia de la memoria y del derecho de la gente a conocer su pasado, a la vez que supone un homenaje a México como país de acogida.

La exposición que acoge el Museo Nacional d'Art de Catalunya hasta el mes de enero, y que ha sido coproducida por el propio ICP neoyorquino, ha vuelto a poner de actualidad estas fotografías rodeadas de tanto misterio como sus autores. Lo que se puede ver en Barcelona y después vendrá a Bilbo son 70 instantáneas, además de contactos ampliados recientemente de algunas series completas, así como documentos y revistas que permiten contextualizar las imágenes. Además, La Fábrica editorial ha publicado la versión en castellano del libro del ICP.

Todo lo que tenga que ver con Robert Capa causa siempre gran revuelo. Este es el tercer gran descubrimiento de material fotográfico del corresponsal gráfico de guerra más famoso del siglo XX, y continúa provocando titulares en la prensa. Tantos como la famosa foto del miliciano abatido en el Cerro Murciano, una imagen icónica sobre la que todavía se sigue polemizando y cuyo negativo está perdido. Recientemente, varios investigadores demostraron que la foto era un montaje, con el escándalo consiguiente.

«Por suerte (se ríe), la pinche foto no estaba en la caja y yo, feliz, porque alrededor de ella se ha creado una polémica estúpida», explica Ziff. «En la caja hay imágenes de Gerda Taro, por ejemplo, que son recreaciones: es la misma escena tomada en la Unión Soviética, que aparece en su estudio de París, y también en la caja». La cuestión es que, para el fotoperiodismo actual lo esencial es mostrar la realidad de los hechos, frente a una visión más propagandística de aquellos primeros fotoperiodistas. «Para ellos, luchar era la verdad», explica.

El rastro de la maleta

¿Pero cómo empezó la historia de la maleta? En octubre de 1939, a punto de que los alemanes entraran en París, Robert Capa, comunista y judío, huyó a Estados Unidos y dejó a su ayudante de laboratorio, Cski Weisz, al igual que él, emigrante húngaro judío, a cargo de tres cajas con negativos suyos, de Gerda Taro (su gran amor, muerta a los 27 años durante el repliegue del Ejército republicano) y de Chim Seymour. Según parece, Weisz viajó en bicicleta a Burdeos y se la dio a alguien. Allí se perdió la pista de la maleta... hasta su aparición en México D.F. en manos del cineasta mexicano Benjamin Tarver, quien heredó aquella sorpresa de una amiga de su madre. Era la viuda del general Francisco Aguilar González, embajador de México ante el Gobierno de Vichy entre 1941 y 1942, quien debió de incluir la maleta en su equipaje cuando regresó a la capital de su país.

¿Aguilar lo sabía? «Yo creo que no y la razón de que sobrevivieran los negativos es debido precisamente a ese desconocimiento», alega Trisha Ziff. Tarver heredó en 1995 y la razón de que los negativos no llegaran hasta una década después a manos del instituto neoyorquino, que precisamente dirigía el hermano de Capa, es otro de los misterios de esta historia. Pero tuvo un buen final y Tarver, quien siempre se negó a vender aquella joya -«dijo `no vendo, porque tengo mucho respeto a la gente que hizo las fotos y a quienes aparecen en ellas'»-, cedió las fotografías a cambio de los derechos audiovisuales, que donó a su vez a Ziff.

Los negativos se dividen aproximadamente en tercios, entre Capa, Taro y Chim. A excepción de cuatro rollos -entre ellos, la famosa foto de Stein a Gerda Caro escribiendo a máquina-, el resto de las fotos fueron tomadas entre mayo de 1936 y la primavera de 1939. Lo más triste de todo es que Cski Weisz nunca supo que los negativos que salvó estaban en México D.F., donde se refugió y se casó con la artista Leonora Carrington. Vivían a sólo cinco minutos de la casa del general.

Como Gerda, sus amigos también murieron en «acto de servicio»: Robert Capa, en 1954, al pisar una mina en la primera Guerra de Indochina; y Chim Seymour dos años más tarde, fusilado por tropas egipcias durante la crisis de Suez.

CHIM EN E.H.

Las fotos estarán expuestas en el Museu Nacional d'Art de Catalunya hasta el 15 de enero de 2012 y luego viajarán al Museo de Bellas Artes de Bilbo. Muchos de los negativos de Chim Seymour guardados en la maleta retratan la guerra en Euskal Herria.

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